Capítulo 49

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Kun entró a su casa sonriente.

Llevaba el correo en la mano e iba leyendo una de las cartas.

– Hola – saludó Hendery, que lo encontró mientras caminaba descalzo por la casa.

Kun lo miró con reproche.

– Ponte unos zapatos –

El menor rodó los ojos antes de subir y bajar escaleras en cuestión de segundos, ya usando algo.

– ¿Te costaba tanto? – rió – mira esto – dijo extendiéndole una de las cartas.

El otro la miró curioso antes de levantar las cejas, sorprendido.

– Una boda – sonrió – me gustan las bodas –

– De los mestizos, ¿puedes creerlo? –

– Bueno, les caemos bien a casi todos – se encogió de hombros – ¿la invitación es familiar? –

– Parece que sí –

– Genial. Compré un traje de Dolce –

El mayor lo miró con cansancio.

– Estaba en oferta – se excusó rápidamente.

– Como sea – negó – no estoy seguro se que yo debería ir –

– Claro que vamos a ir – habló un tercero, entrando en el recibidor.

Kun lo miró boquiabierto.

Jisung caminaba sonriente hacia él. Sabía que había escuchado, y él insistía mucho con el asunto de que debía perdonarse.

– Mira – señaló la fecha impresa en el cartón – es en tres semanas. No tengo un traje, ge – sonrió – ¿me prestas uno? –

– ¿No tienes un traje? –

– Bueno, sí lo tengo. El que usé en mi graduación de la secundaria. Pero estoy seguro de que no me queda – entrecerró los ojos – y te escuché decir que tienes un Dolce –

– En todo caso – sonrió – un traje mío te queda mejor, ¿no crees? –

– Pero quiero usar uno de Kun ge –

– Está bien – interrumpió el aludido – te compraremos uno. Y compraremos uno para mí también –

– ¿Entonces irás? – preguntó Hendery, entusiasmado.

Kun sonrió de lado.

– Sí. Iré –









Jaemin llegó a casa en la noche.

Su novio lo había llevado, como siempre, pero esta vez, no iban solos.

Sicheng frunció el ceño cuando lo vio entrar.

– Hola, hyung –

Jeno se limitó a hacer una reverencia.

Luego, detrás de él, entró uno de sus hermanos.

– Buenas noches –

El alfa se levantó del sofá.

Lo miraba con cierta sorpresa, pero para nada como solían mirarse antes.

– Buenas noches, John –

– Lamento llegar como si nada – sonrió – vine a ver a Hyuck –

– Ah... está en la cocina – señaló la puerta – pasa si quieres –

– Prefiero que lo llames – pidió avergonzado.

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