Capitulo 4

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...4...

POV. LENA

Me desperté al día siguiente sabiendo que sería diferente. Mi descanso había terminado, y tendría que volver al trabajo.

Ese pensamiento me desanimó. Reuní fuerzas para salir de la habitación, hacía el desayuno en el piso de abajo.

-¡Lena! - Lucy me alcanzó en las escaleras. - ¿Cómo estás?

-Estoy mejor, Lucy. Lista para otra. - Me detuve sonriendo falsamente.

Tomamos el desayuno junto con las otras chicas. No conversé mucho durante la comida, pero eso no pareció llamar la atención de ninguna de ellas, que seguían charlando alegremente.

Pasé el resto del tiempo leyendo, parando sólo para ir algunas veces al baño y a almorzar.

Después volvía a la cama y continuaba la lectura, sacudida algunas veces por mi manía de no conseguir concentrarme y comenzar a pensar en terceros.

La noche llegó y conseguí estar más desanimada que de costumbre. Algunas chicas ya habían bajado, así que empecé a arreglarme. Tomé una ducha, escogí la ropa más discreta que pude, pase alguna base en las heridas, disfrazándolas, y con el ánimo de quien va a encontrar la muerte, bajé.

No tardó mucho para que mi primer cliente me eligiera. Un hombre de cuarenta años, apático. Demostraba ansiedad mientras conversaba conmigo, intentando inútilmente establecer una conexión entre los dos. Cuando llegamos al cuarto, su excitación pareció enfriarse al ver mis heridas en evidencia.

Desafortunadamente no fue suficiente para hacerlo desistir de mí.

Lo mismo ocurrió con el segundo, tercer y cuarto cliente.

Todos ellos me miraban con hambre en el salón, pero cuando veían mi estado, quedaban desanimados. En cuanto noté que el cuarto cliente ya estaba agotado en la cama, me levanté y sin esperarle a que se fuera, entré al baño para ducharme.

Cepille mis dientes y unte mi crema para hematomas, ya que mi cuerpo estaba completamente marcado no sólo por la pasada noche, sino también por los cuatro clientes que había tenido aquella noche. Ya estaba exhausta, quería dormir, pero aún era medianoche, lo que significaba que aquel día de trabajo estaba apenas comenzando.

Salí del baño y el hombre ya no estaba allí.

Excelente.

Me puse una blusa blanca de mangas largas, un pantalón y unos zapatos cerrados.

Cat probablemente me regañaría por el modo en que me vestí, pero no me importaba mucho. No quería que nadie me viera, que nadie más notara mi presencia.

Me senté en la cama por unos minutos, mirando sin interés la puerta cerrada de mi cuarto.

No quiero bajar, pensé.

-Pero necesitas bajar. - Hablé en voz baja.

Pero no quiero.

-¿Y desde cuando importa lo que quieres?

Es verdad...

ma douce prostituéeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora