Capitulo 30

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POV. LENA

Una lluvia fina empezó a caer en el exterior, haciendo un ruido tan discreto contra el cristal de la ventana que tal vez no lo notaría, si no estuviera prestando atención.

Sentí un nudo en la garganta, el tipo de dolor que sabía que precedía el llanto. En el fondo, no pasaba de ser una niña idiota y carente, queriendo la presencia de la persona que estaba en la otra habitación.

Entonces, me sorprendí con el ruido de la manija de la puerta. Mantuve mis ojos abiertos, mirando hacía la ventana, de espaldas a ella, y por algún motivo que no sabría explicar, fingi estar durmiendo.

Ella se quedó en silencio por un tiempo, tal vez observandome "dormir." Pero el momento fue rápido, luego oí la puerta ser cerrada.

Maldije a mi cobardía por dejar que se fuera, si todo lo que quería era tenerla aquí conmigo. Pero ninguna de mis actitudes últimamente tenían sentido.

Mis insultos imaginarios fueron interrumpidos con lo que sentí enseguida. El colchón a mi lado se hundió lentamente, el edredón fue suavemente alzado y en el segundo siguiente, un brazo rodeaba mi vientre y entonces sentí una respiración en mi cuello.

-Lamento si fui grosera. No era mi intención.

No respondí, completamente inmóvil, dejando que su presencia aquí me cubriera poco a poco con una alegría caliente y maravillosa.

-Sólo quería que entendieras que confío en ti. No importa lo que sucedió o dejó de suceder en tu vida. Sólo necesito oír lo que tienes que decir. Lo siento si te lastime de alguna manera.

-Está bien. - Dije, instintivamente agarrando con fuerza su mano que mantenía en mi vientre.

Quería decir más que "está bien" quería decir que no necesitaba pedir disculpas por algo que no hizo, y quería decir que la grosería en aquella situación había partido de mí. Pero todo lo que conseguí hacer fue agarrarme a su brazo con toda la fuerza y aprovechar el alivio y la ligereza de tenerla conmigo. Kara aplicó besos suaves e inocentes en mi cuello, haciendo un tipo de cariño con sus dedos en mi vientre.

-Dijiste que querías dormir en esta habitación, pero no dijiste nada de dormir sola.

Ella puntuó la frase abriendo un botón de la camisa que tenía, y de repente noté que la única inocente aquí era yo.

-¿Puedo quedarme aquí contigo? - Preguntó cerca de mi oído, su mano recorriendo la extensión de la camisa haciendo que otros tres botones fueran desabotonados con una rapidez espeluznante.

-No creo que vallamos a dormir si sigues haciendo eso.

Reuní toda la fuerza que existía en mí para pronunciar esas palabras sin dejar escapar un gemido. Tal vez yo misma guié su mano hacía los botones restantes, no sabría decir.

-No pregunté si podía dormir aquí.

Solte el aire contenido con fuerza, sintiendo mi cuerpo hervir debajo del edredón, mientras la punta de sus dedos hacian círculos deliciosamente provocativos que iban desde mi ombligo hasta los límites de las áreas más sensibles de mi cuerpo.

-Puedes hacer lo que quieras, siempre y cuando te quedes aquí...

Era un pensamiento, pero por supuesto salió en voz alta y clara. Sin embargo, me preocupaba quedar embarazada, porque eso implicaría dejar de aprovechar todas aquellas sensaciones que sus benditas manos me daban mientras exploraba mi cuerpo.

ma douce prostituéeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora