Capitulo 64

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POV. KARA

La mañana siguiente a nuestra boda comenzó perfecta. El simple hecho de tenerla a mi lado, durmiendo, tan linda como un ángel, ya era suficiente para ponerme increíblemente feliz. Su maquillaje, aunque apenas visible, se mantenía perfecto. Su cabello estaba suelto, y traté de recordar en qué momento de la noche anterior había deshecho su moño. El aroma a vainilla era débil en comparación con el perfume natural que su piel emanaba. Lena estaba tranquila, con su respiración relajada, y el movimiento de ascenso y descenso que su pecho hacía era un poco hipnótico. Incluso inconsciente, Lena parecía feliz, y eso me hizo sentir una paz de espíritu tan grande que, de repente, me di cuenta de que podría pasar el resto de mi vida, de esta manera, viendola tan tranquila sin hacer nada.

Pero en algún momento ella se despertaría. Y cuando eso sucediera, yo quería estar preparada. Era divertido como me sentía dispuesta a parecer la mejor esposa del mundo para ella, e igualmente era gracioso el hecho de que creía que realmente podía serlo. Le había prometido -y a mí misma- que cuidaría de ella para siempre, y siempre la haría feliz. Era una de las pocas promesas que había hecho a alguien algún día, y sería quizás la única que realmente cumpliría.

Contra mi voluntad, me levanté de la cama y caminé hasta el baño para ducharme, teniendo cuidado de no despertarla. Todavía dormía en la misma posición cuando salí del baño. Escogí un pants y una playera cualquiera para vestir y recogí nuestros vestidos, tirados al suelo la noche anterior, para después salir de la habitación.

Bajé las escaleras y fui a la cocina, preparé el mejor desayuno que conseguí hacer: jugo de manzana, pan tostado, mermelada de fresa, chocolate y donas. No sabía de dónde había surgido todo, pero sólo pude pensar que algo tenía que ver Alex. Me senté en un banco de la encimera y comí distraídamente, tratando de recordar todos los detalles de mi boda, pero sólo consiguiendo recordar siempre lo mismo: Lena. Y de cómo ella era maravillosa. Y de cómo me sentí al verla caminando hacia mí, aceptándome, aceptando ser mía. Y de cómo todo parecía girar alrededor de ella de una forma natural. Y de cuánto la amaba.

Sentí una nostalgia de repente, como si no hubiera visto a Lena desde hace mucho tiempo. Así que puse en una bandeja todo lo que conseguí y subí a la habitación, tal vez Lena ya había despertado. Para mi felicidad, ella se estaba estirando en la cama y la mejor parte: estaba completamente desnuda. Me quedé de pie en la entrada de la habitación, por un tiempo todo lo que conseguí hacer fue admirarla. Me alegré cuando no intentó cubrirse al verme.

-Buen día. - Lena susurró contra la almohada, mirándome con aquellos ojos esmeralda perfectos.

-Lindo día. - Respondí, acercándome y dejando la bandeja en el buro al lado de la cama, para después besar suavemente su espalda. - ¿Con hambre, señora Danvers?

Lena escondió su cara en la almohada y soltó una risa baja, pero suficientemente alta para que pudiera oírla y me enamorará aún más.

-Lo estoy. Tu hija se está moviendo por mi apetito.

No sabía por qué todo lo que Lena decía me hacía derretirme, pero oírla pronunciar "tu hija" me dejó más tonta que nunca. Cuando Lena se volvió boca arriba, fui tomada por una gran voluntad de agarrarla y llenarla de besos, pero todo lo que hice fue besar su vientre.

-Mi pequeñita esta muy quieta. - Comencé, extendiendo mi mano allí, y como si fuera una respuesta a mi constatación, sentí inmediatamente una pequeña patada.

ma douce prostituéeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora