Capitulo 42

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POV. LENA

Llegamos a Los Ángeles, alrededor de las seis, lo que correspondía a las dos de la madrugada en Londres. El viaje había sido silencioso, sobre todo porque dormí la mayor parte de el. Kara me preguntó qué me había gustado de el viaje, y no necesitaba decir mucho para que ella entendiera que ese lugar se había convertido en mi lugar favorito en el mundo.

A causa del tráfico, llegamos al edificio una hora después, a las siete. Aunque no era tan tarde, el cielo ya estaba oscuro.

-Gracias, Winn. - La oí agradecer al portero que trajo mi maleta al departamento.

Me quedé parada detrás de ella, sonriendo débil al hombre. Estaba muy somnolienta para agradecerle también.

-Tengan una buena noche. - Él habló sonriendo y se giró para tomar el ascensor. Kara tomó las dos maletas y caminó hacía el pasillo. La seguí mecánicamente. Minutos después ya estábamos en su habitación.

-Mi maleta la llevó a la otra habitación. - Hablé sin pensar. - Déjame tomar...

-No. - Ella me interrumpió, alejando mi mano de la maleta. - Duermes aquí, no tiene sentido que tu maleta se quede allá.

-Pero siempre fue...

-Pero siempre estuvo incorrecto. Voy a separar el lado derecho del closet para ti. Podemos hacerlo juntas mañana.

No iba a discutir. Si ella quería perder espacio en su closet, está bien.

-Voy a ducharme rápido.

Asentí, aún somnolienta, me senté en la cama suave. Kara se metió al baño y antes de que me quedara dormida aquí, sentada a su espera, caminé al baño de la otra habitación -el cual no podía ser más llamado como mío- y tomé una ducha caliente y rápida.

Me puse un conjunto de pijama y volví a su habitación, ella aún seguía en el baño. Todavía era temprano pero aún así quería dormir. La diferencia de la zona horaria estaba alterando mi reloj biológico, así que me sentía constantemente somnolienta. Y el edredón suave era tan atractivo...

Sin esperar por ella, me metí debajo de él edredón suave. Suspiré al calentarme allí. Su aroma estaba impregnado en cada tejido que había en aquella cama. Me cubrí hasta el cuello, y puse mi cara en su almohada, inhalando repetidamente como una adicta. La puerta fue abierta y sentí una súbita alegría simplemente por estar en el mismo que ella.

Cuando Kara salió, parecía haber olvidado algo.

Su ropa.

Suspiré otra vez, mirando cada mínimo detalle de cada centímetro de su piel. Ella secaba su cabello húmedo con la toalla, y parecía extremadamente cómoda en aparecer de esa forma delante de mí. Era claro que a esta altura yo ya debía haberme acostumbrado a verla desnuda, pero... Bueno, no lo estaba.

-¿Debo hacer un comentario sobre la ausencia de ropa en ti? - Pregunté, jalando el edredón hasta mi cara y dejando a la vista sólo mis ojos, aún recorriendola de arriba abajo.

-Depende. Si es algo que me vaya a ridiculizar, no. Si es para llamarme sexy, entonces todo bien. - Ella respondió con una sonrisa, mientras dejaba la toalla mojada tendida sobre una silla y se acercaba a mí como un león se acerca a su presa.

ma douce prostituéeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora