un último trago

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Te ofrezco este último trago antes de que te vayas, dijo el cantinero, con una sonrisa que me recordaba a los días de juventud en mi pequeño pueblo. Cogí el vaso con whisky, con cierta satisfacción por tal gesto, y pregunté: ¿A que se debe tal amabilidad, querido cantinero, quién es experto en curar heridas que ni los médicos logran ver? Para recordar a mi cliente más fiel, porque tal vez sea la última vez que nos volvamos a ver, responde él, con un poco de melancolía en aquella característica mirada que te penetraba el alma. ¿Cómo que la última vez que nos volveremos a ver? Pregunte, confundido, por tal respuesta tan inesperada, que hacía que un escalofrío me recorriese por la espalda. No daré explicaciones, amigo querido, solo disfruta de tu último trago antes de llevarte con lo desconocido. Asentí, con el vaso en las manos, y el destino asegurado. Sabía lo que me esperaba, ¿Y que más podía hacer? Un olor a azufre llega desde la cocina, y el cantinero me apunta con su mano huesuda. Me pongo de pie, y espero lo inevitable, a que el diablo venga y me atrape. 

la oscuridad detrás de la puertaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora