No debí gritarle

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Supongo que fue un error haberle alzado la voz de esa manera, me siento muy arrepentido. Cuando me enojo, pierdo el control de mis palabras y digo cosas que podrían herir mucho a las personas cercanas, detesto esa parte de mi y la he intentado mejorar yendo al psicólogo, pero todavía no lo tengo dominado. Lo bueno es que por lo menos reconozco mis errores y hago lo posible por no volverlos a cometer.

Fui al cuarto y la vi sentada en la mecedora, tranquila, mirando hacía la ventana como siempre hacía después de nuestras peleas. No sé como ha tenido tanta paciencia conmigo, es impresionante, algo que me conmueve de pies a cabeza. Me agaché junto a ella y agarré una de sus manos, frías como el hielo. La miré a la cara, cuya expresión indicaba algo de indiferencia y nostalgia al mismo tiempo y dije, con ciertas dudas:

- Yo... lo siento ¿sí? Fue un error, perdóname, no debí gritarte. Ya sabes como me pongo cuando me enojo, tenías toda la razón al decirme lo de hace rato. Estoy intentando mejorar mi temperamento, no te lo había dicho aún, pero empecé a ir al psicólogo y realmente estoy poniendo todo de mí. ¿Podemos olvidarnos de este mal momento e ir a comer un helado? Te puedo comprar un vaso con vainilla y chicle, tus dos sabores favoritos.

Sonrió, y a pesar de no decir palabras, supe que era una respuesta afirmativa. Me dirigí a la sala, agarré mi billetera, celular y las llaves de la casa. Luego, volví nuevamente a la recamara y vi con felicidad como ya estaba lista para otra gran cita. La cargué y la felicidad del primer día de habernos conocido en aquel centro comercial unos años atrás volvió a mi cuerpo, realmente se trató de uno de los mejores días de mi vida. La gente decía que nuestra relación no iba a durar mucho, sin embargo, henos aquí, juntos después de tanto tiempo superando cada una de nuestras dificultades. Mis familiares me llamaron loco y me trataron como tal cuando conocieron a mi pareja, y fue por eso qué decidí alejarme de ellos para siempre antes de que decidiesen obligarme a ir a un psiquiátrico, eso jamás pasaría. Ósea, ¿qué tenía de malo enamorarme de un maniquí el cual tenía un parecido inmenso con mi ex pareja? Ninguno, pero ellos no lo entendían. Admito qué en un ataque de ira la asesiné y en la desesperación por enmendar el error que cometí lo hice pasar por un accidente, pero no fue nada grave. Además, ella volvió a mí en forma de maniquí, para perdonarme por haberla asesinado, tiene un gran corazón. Sé que no estoy loco porque me sonríe, aun habla conmigo, y cuando estamos solos en casa, camina alrededor de ella... estoy cuerdo, y por eso debo admitir que no debí gritarle. 

la oscuridad detrás de la puertaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora