en coma

76 8 0
                                    


Desde que tengo memoria estoy caminando en este frio bosque que no parece tener fin. Tengo hambre, pero no sé qué puedo comer sin sufrir algún daño, tengo sed, pero no parece haber agua cerca. Solo he estado moviendo mis pies hacía adelante y parezco no avanzar. El camino de tierra con los gigantes árboles a mi alrededor en algún momento me volverá loco.

A lo lejos, de repente veo a un hombre de espaldas a mí, quieto, sin nada que resaltar, por lo menos desde lejos. Empiezo a correr hasta alcanzarlo mientras grito por ayuda, pero parece alejarse cada vez que yo me muevo. Corro más rápido, lo más que mis piernas son capaces, y nada. Lo mismo pasa. En un punto, con el corazón a tope y mi cuerpo totalmente agotado, me detengo a tomar aire. Me siento desesperado, asustado, con ganas de morirme de alguna manera y con el deseo urgente de encontrar ayuda.

De la nada, siento como una fría mano toca la parte trasera de mi cuello. Me volteó asustado y observo como un hombre de mi misma estatura, con unos jeans negro, zapatillas Adidas y una sudadera con capucha (la cual le cubre la cara, impidiéndome verla) esta parado allí. Por la impresión me quedo quieto y en shock, no sabía que hacer, ni que responder. Siento como la presión se me empieza a bajar y como empiezo a sudar frio. Aquel tipo no me daba buena espina, aunque no sabía el por qué.

Cuando parecía que esto iba a durar una eternidad, aquel extraño se quitó la capucha dejándome ver el rostro. Era yo, nada más que mi propia persona.

Estaba frente a alguien que era casi idéntico a mí, con la única diferencia de que él tenía los ojos totalmente blancos. En eso me doy cuenta de que yo también tenía su misma ropa. No sabía que hacer, no sabía ni siquiera como reaccionar.

Antes de poder hacer el más mínimo movimiento, el se acercó a mi oído y me susurró: "despierta" y todo se vuelve oscuridad.

Al volver a abrir los ojos, estaba en una cama de hospital, con una enfermera tomando notas de mis signos vitales. Cuando se dio cuenta, momentos después, de haber despertado, me dijo:

- Oh, despertaste, llamaré al médico para avisarle

¿Despertarme? ¿De que demonios estaba hablando?

Al entrar un hombre de unos 45 años de entrar, con una mirada de satisfacción y un tono de voz que denotaba que se sentía feliz luego de mucho tiempo, me soltó una confesión que me heló la sangre:

- Dios, es un milagro que sobrevivieses. Aquel accidente automovilístico hace 2 meses casi te mata.

Confesión de un paciente en estado de coma 

la oscuridad detrás de la puertaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora