Mi primer viaje al mar parte 2

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Subió la mirada y me miró con una expresión de pena. Sentí compasión por él, debo admitirlo, y quise saber más, pero antes de decir algo, desperté con la luz del sol entrando en la habitación.

Mis papas estaban en la azotea mirando hacía el esplendoroso mar mientras hablaban de lo que íbamos a hacer ese día. Me acerqué y al verme, papá me saludo con un apretón en el hombro y mamá con un beso en la frente. Estuvimos un rato allí antes de alistarnos para bajar a desayunar. Sin embargo, me quedé unos instantes más mirando hacía el horizonte. Tenía el ligero presentimiento de que algo allí iba a llamar mi atención y así fue. En una palmera, a unos pocos kilómetros del hotel, estaba un niño mirando fijamente. La distancia me impedía ver con claridad su rostro, pero supe que era el mismo niño de antes porque me di cuenta que llevaba la misma camiseta roja que le vi usar en el mar, el restaurante, la tienda de antigüedades y en mi sueño.

En tan solo un parpadeo, desapareció del lugar y la palmera se encontraba nuevamente sola. Dudé mucho en la veracidad de mi visión. En verdad lo vi allí, apoyado, era demasiado real como para tratarse de una alucinación, pero, ¿cómo pudo desvanecerse en tan solo un parpadeo? Parecía imposible.

Bajamos al restaurante y junto a mi papá fuimos a ver que estaban sirviendo. Luego iría mi madre que estaba sentada en la mesa que escogimos para desayunar. Escogí unos panqueques y un pequeño tazón de cereal del que más me gustaba comer y papá se decidió por unos huevos revueltos con salchichas y un sándwich de puro queso. Nos fuimos a la mesa y decidimos esperar a mamá para comer todos juntos.

Entre los dos hablábamos de muchas cosas mientras esperábamos. No recuerdo muy bien de que lo hacíamos, y eso realmente no importa ahora.

Cuando estábamos nuevamente juntos, en la distancia, pude ver cómo alguien caminaba alrededor del restaurante sin detenerse, iba de un lado a otro mirando hacía todos lados y nada más. Y eso parecería no tener nada extraño, solo se podría tratar de un huésped más buscando a algún familiar que salió a desayunar sin él, nada anormal, ¿verdad?


Se empezó a acercar y mi corazón empezó a latir al ver nuevamente al chico que había estado siguiéndome desde el día anterior. Al notar mi presencia, se detuvo y empezó a mirarme fijamente en el lugar donde se había detenido. No movía ni un solo musculo, pero seguía con la maldita expresión de siempre.

Traté de no prestarle atención y de seguir con mi desayuno. Lo último que quería era preocupar a mis padres, así que fingí estar lo suficientemente animado para insistirles en ir a nadar antes de que el transporte del hotel viniese por nosotros para ir a visitar otros lugares de la ciudad como teníamos planeado desde un principio. Sin embargo, la incomodidad de estar siendo observado me ponía inquieto y papá se dio cuenta.

- ¿Todo bien? – preguntó mientras colocaba una mano en mi hombro

- Sí, solo que estoy ansioso por ir al mar – respondí, mientras sonreía

- Veo que te encantó nadar allí ¿Verdad? – dijo mamá también con una sonrisa en el rostro.

la oscuridad detrás de la puertaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora