la oscuridad detrás de la puerta

Todo está bien, fue solo un sueño.

Anoche soñé que asesinaba a un pobre vagabundo con mis propias manos y luego lo dejaba tirado en un río cercano, pero todo está bien, fue solo un sueño. Me levanté e hice mi rutina diaria: hacerme el desayuno, cepillarme, bañarme y arreglarme para ir a trabajar en la oficina. Llegué en la noche y me puse a leer el libro que tenía pendiente. Me comí unas rebanadas de pizza de la noche anterior y, luego de cepillarme y ponerme un pijama, me acosté a dormir.

Volví a tener otra pesadilla, esta vez diferente. Caminaba detrás de un policía sin que este se diese cuenta y en un momento en el que estábamos solo los dos en un lugar apartado, le quité el arma con un ágil movimiento y le propiné 3 disparos; dos en la espalda y el último en la cabeza. Antes de que alguien se diese cuenta de lo que había hecho, salí corriendo y me escondí en un callejón, detrás de un contenedor de basura por un rato hasta estar seguro de que nada me pasaría. Pero todo está bien, fue solo un sueño. Hice mi misma rutina, sin ningún cambio.

Es la tercera pesadilla seguida, relacionada con un asesinato. Iba conduciendo mi coche y me parqueé en una tienda. Salí del auto, y entré a la misma, disparándole al cajero sin meditarlo dos veces, con la misma pistola que había usado con el policía. Desperté sudando, asustado, con el corazón agitado, pero todo está bien, fue solo un sueño.

Tras hacer lo mismo de siempre, salí a la calle y vi a una docena de policías armados hasta los dientes apuntándome, pidiéndome a gritos que me rinda y asegurando que ya saben todo. Aturdido, levanto mi arma para defenderme, pero no alcanzo siquiera a quitar el seguro cuando una ráfaga de plomo quema mi piel y atraviesan mi cuerpo. Caigo al suelo mientras agonizo, pero todo está bien, porque sé que es solo un sueño.