mi hermano desapareció, pero yo lo sigo viendo (segunda parte)

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Es entonces, cuando me tengo que transportar a tiempos más recientes, siendo diciembre del año 2019 cuando empecé a sentir que algo pasaría. Era una premonición realmente fuerte, que me mantenía las 24 horas y los 7 días de la semana bien alerta, estando listo para que lo que tenía que suceder no me golpease tan duro. ¿Algún amigo o familiar iba a fallecer? ¿Me despedirían? ¿O acaso yo era quién iba a morir? No lo tenía claro. Mi esposa, al verme tan alerta, se preocupó obviamente por mí. Pensaba constantemente que había perdido un juicio con alguien importante y que ella o yo terminaríamos involucrados en algún problema grave. Le tuve que explicar que no era así, y que tenía una premonición de que algo sucedería tarde o temprano, pero que no sabía que sería.

Es entonces cuando decidimos tomar unas vacaciones de todo, y tras pedir permiso laboral, nos fuimos a la playa a descansar un par de semanas en una cabaña que alquilamos. Allí, el primer día, fue como ningún otro que podía recordar. Jamás en mucho tiempo llegué a sentirme tan bien, tan libre, tan relajado. Seguía viendo a mi hermano, pero esta vez con menor frecuencia. Supuse que necesitaba un tiempo para descansar después de todo.

Todo cambió en nuestro segundo día. Claudia y yo regresábamos de un paseo por la orilla del mar. Eran aproximadamente las 6:45 de la tarde, por lo que ya estaba atardeciendo. Caminábamos abrazados cerca de la cabaña, hablando de la vida en general. Recuerdo muy bien el momento en el que, por algún motivo, me dieron ganas de voltear a ver hacía la ventana de la cocina, y logré ver claramente a Steve, allí mismo, fijando sus ojos azules en los míos. Quedé paralizado, sintiendo como la sangre se me iba a las piernas. Claudia, al notar mi palidez, pensó que me desmayaría, y colocó sus manos en mis axilas, en un intento por evitar que cayese al piso. Antes de que ella pudiera decir algo, me lancé a correr a la casa, con Claudia yendo tras de mi preguntándome que era lo que estaba sucediendo. Llegué a la cabaña, abrí la puerta y entré como un rayo dirigiéndome a la cocina, donde estoy seguro haber visto a Steve.

El lugar estaba absolutamente vacío, con ninguna otra alma además de la mía. Quedé estupefacto, ya que estaba totalmente seguro de haberlo visto allí mismo, mirándome, como si estuviera esperándome para decirme algo, esperándome para nuestro reencuentro que se venía postergando por 19 años. Además, pude notar algo que me hizo dudar en que todo había sido solo mi mente; el característico olor del perfume que Steve solía usar antes de ir a una reunión reinaba en el aire. Estaba claro que no fue para nada una alucinación. Pero entonces, ¿Cómo pudo saber donde estaba y desparecer así de rápido?

Claudia llegó poco después, preocupada.

- ¿Qué pasó? ¿Estás bien? Creí que te desmayarías amor. ¿Todo bien?

- No lo sé. Realmente no tengo idea. – respondí, apenas en un susurro, por lo impresionado que me sentía en ese momento.

- ¿Hueles eso? Parece perfume. ¿Se metió un ladrón? – preguntó, preocupada y asustada. - ¿y si sigue acá? Dios mío John.

- No, Claudia, no se metió ningún ladrón.

- ¿Qué? ¿Cómo que no se metió ningún ladrón? – preguntó, escandalizada.

- Fue mi hermano...

- ¿Steve? ¡Pero si lleva casi 20 años desaparecido! Además, ¿Cómo sabes que es él?

- No lo sé, no puedo explicártelo. – respondí, a punto de llorar.

- Oye, amor, no...

Claudia me abrazó, y yo dejé que lo hiciera. Tal vez era eso lo que necesitaba en esos momentos, algo de cariño que me hiciera olvidar de todo lo que conllevó la desaparición Steve, que, a pesar de casi cumplir 2 décadas, aún seguía afectándome.

la oscuridad detrás de la puertaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora