profesor y estudiante.

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El practicante veía como su profesor abría el cadáver con total profesionalismo que le heló la sangre. Para ser forense hay que tener nervios de acero, pensó él.

- Como podrás ver, debes tener total precisión al abrir el cuerpo. No tengas miedo de hacerlo, de todas formas, ya está muerto y no siente nada, ¿Verdad?

Al ver todos los órganos del recién fallecido sintió náuseas, pero se logró contener. Era la primera vez que iba a una autopsia, y como se decía, la primera vez no se olvida.

- Vaya, ¿Qué tenemos aquí? ¿Sí logras ver lo que yo? – preguntó su profesor, como si estuviera en un examen oral.

- Pulmones negros, y varias ulceras gastrointestinales. Tabaquismo seguro del señor.

- Sí, eso es obvio, pero, ¿Notas algo más? – insistió, como si la respuesta que le había dado no fuese suficiente.

Bajó la mirada y observó detenidamente cada rincón, detallando cada cosa que sus ojos captaron, en un intento por ver lo que su profesor quería mostrarle. Estaba por rendirse, hasta que lo vio y animadamente dijo:

- Alcohólico. Sus hígados están destrozados.

- Bien hecho, me gusta que seas tan detallista.

Siguieron haciendo la autopsia con normalidad, el maestro dando lecciones y el alumno recibiendolas. Su relación era parecida más a él padre e hijo. En cierto punto, el médico paró lo que hacía y mirándolo fijamente a los ojos, dijo:

- Quiero que recuerdes esto muy bien amigo mío. No importa que le diga la gente o los rumores que haya, las autopsias que tu hagas, revisa bien que sean de personas que no conoces, de gente que esté por morir, ya que les estamos haciendo un favor al arrebatarles las vidas, como a este pobre hombre, quién su cáncer pulmonar, sus úlceras y su cirrosis lo mataban lentamente. Así que le hicimos un favor al llevarlo al reino de los cielos con nuestras propias manos.

El estudiante memoriza aquel consejo para el resto de su vida, jamás lo olvidó, incluso momentos antes de ser ejecutado por la policía, quienes le buscaban por las acusaciones de asesinar desahuciados y practicarles autopsias para fines no determinados.  

la oscuridad detrás de la puertaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora