aquello que me siguió en la noche

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9:34 de la noche, y acababa de salir de la casa de mi novia para regresarme a la mía que no queda muy lejos. Eran solo 10 minutos de caminata en una zona en la que los atracos son muy poco comunes, por lo que no me preocupaba. Estaba sumamente feliz por haberla visto, ya que íbamos 4 meses sin hacerlo por todo esto de la pandemia y la cuarentena, a pesar de que vivíamos relativamente cerca. Ella tiene una abuela, y había que tener mucho cuidado con ella, puesto que tiene un largo historial con enfermedades respiratorias. Obviamente me cuidé, y evité tener contacto con ella dentro de la casa, además de usar el tapabocas y gel anti bacterial. Todo había salido como lo planeamos, y por eso me sentía bien.

A mi alrededor, no se oía más que los típicos ruidos nocturnos de la ciudad; carros en la lejanía, voces de gente hablando dentro de sus casas, música en algún lugar, nada que no hubiese escuchado antes. Vivía allí desde hacía casi 10 años, junto a mis papás y mi hermana menor, desde que nos tocó mudarnos por el trabajo de mi padre en la policía antinarcóticos.

Saqué mi celular, y miré la hora. Tendría tiempo para ir a la tienda y comprarme algo de comer para mí y para mi hermana, porque si ella me veía con algo, me insistía en que le diese o que le comprase uno igual, la conocía bien. Había una tienda aproximadamente a unos pocos minutos de donde estaba, y cerraba a las 11 de la noche, por lo que me quedaba tiempo para poder llegar y pedir dos tés de limón y un par de bolsas de papás con sabor artificial a pollo, nuestras favoritas. No había comido desde que salí de casa, aproximadamente a las 5 de la tarde, por lo que estaba hambriento.

¿Alguna vez han sentido una especie de pinchazo dentro suyo cuando algo está por salir mal, como si fuera una premonición de que algo está a punto de pasar y no será nada bueno? Pues yo lo sentí, repentinamente, mientras me acercaba a la ya antes mencionada tienda. Fue un pequeño lapso de tiempo en el qué dentro de mí, sentí un vacío, un pinchazo en el corazón y un frío recorriéndome la espalda, haciéndome reaccionar de manera instintiva deteniéndome en seco y mirando hacía todos lados. Pensando que posiblemente me atracarían, guardé bien mi celular y empecé a fijarme en cada detalle a mi alrededor, intentando saber si alguien se encontraba escondido y se disponía a robar mis cosas. Ya había pasado por lo mismo antes, tenía una especie de don que me permitía saber si algo malo estaba por suceder, por lo que ya poseía algo de experiencia en este campo.

No logré ver nada a simple vista, por lo qué seguí mi camino, a paso rápido, para así comprar las cosas que tenía en mente e irme a mi casa, porque de verdad la premonición que tenía dentro de mí, era muy fuerte. Mientras tanto, pensé en otra cosa, para evitar ponerme nervioso. Odiaba sentirme así, ya que siempre pensaba que el ser hijo de un policía tendría que darme cierto carácter de tipo duro y que no tenía miedo de nada. Además, mi orgullo no me lo permitía, siendo este uno de mis errores.

Llegué a la tienda, con mi corazón latiéndome a mil por hora. Estaba con las manos temblando, y traté de controlarme respirando lentamente, no quería que la gente pensara que posiblemente habría hecho algo malo. Logré recuperar el control de mí, y llamé a la tendera, una dulce señora de 60 años que era dueña del local desde hace más de 30 años.

Salió y sonrió al verme, sintiéndome más relajado. Siempre que me encontraba con ella sentía paz inmediata, puesto que desde que llegué al barrio, ella para mí fue como una abuela que me daba consejos, me cocinaba de vez en cuando, y me solía ayudar con algunas tareas de historia. Le tenía bastante cariño, por lo que cuando falleció 10 años después por el Alzheimer, a mí me dio bastante duro.

Su sonrisa se tornó en una expresión de preocupación, poco antes de decirme:

- Cariño, estás muy pálido, parece que se te apareció un muerto. – dijo poniendo sus arrugadas manos en mis cachetes – además estás frío. ¿Quieres algo caliente? Cuéntame que te pasó.

la oscuridad detrás de la puertaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora