Los vecinos de enfrente (parte 4)

10 0 0
                                    


Llega el 7 de enero y tienes que devolverte a tu casa para continuar con tu vida normal, has pasado las mejores vacaciones de tu vida y las necesitabas realmente. Desde hace un par de días atrás, nadie volvió a hablar de Diego, parecía que los sucesos extraños se habían detenido repentinamente, así que, por decirlo menos, prácticamente te has olvidado de su existencia sin siquiera habértelo planteado. Vuelves a relacionarte con tus vecinos, regresas al trabajo, todo indica que será un buen año.

Sin embargo, unos días más tarde cuando estás nuevamente en tu rutina diaria, te das cuenta que, en algún momento de la semana, Diego y su familia volvieron a casa tras ver a su auto estacionado en la entrada de la misma. Estás impresionado, sus movimientos diarios son rápidos, nunca sabes cuándo se van ni llegan, parecen tener la habilidad de tele transportarse, piensas con cierto humor.

Juanes, se encuentra igual de extrañado que tú. No había tenido en cuenta el regreso de los vecinos, su presencia pasó completamente desapercibida para él y estuvo de acuerdo contigo cuando le comentaste de la rapidez de sus movimientos. Javier, quién se encontraba de igual forma algo confundido, pensaba que debieron de haber llegado cuando alguno de los demás guardias fue para reemplazarlo en algún momento de la semana porque no podía dilucidar el momento de su regreso.

Fue un viernes el cuándo notaron nuevamente su presencia. Durante todo el fin de semana, nadie de la familia daría ninguna señal de vida, y de a poco la preocupación se empezaba a hacer general. ¿Qué estaba sucediendo? Se preguntaban todos. La casa estaba en un silencio casi sepulcral, ni siquiera nadie se asomaba por una de las ventanas. Una de las vecinas, la cual apenas había llegado al barrio y era policía, se ofreció a llamar a un par de compañeros para entrar y revisar que todo estuviese bien, un plan al que todos accedieron. Ella, con su larga experiencia, tenía un mal presentimiento, así que el lunes por la mañana fue con unos compañeros para ir a revisar, pero justo antes de tocar la puerta, esta se abrió y mostró a un Diego sonriente y feliz saludando a los agentes.

Le comentaron la situación sobre la preocupación de sus vecinos y él, sin hacer preguntas o quejarse, dejó que pasaran dentro para que revisaran si algo estaba fuera de lo normal, y así parecía. Laura, se encontraba en el comedor consumiendo tranquilamente el desayuno, como si nada pasara. En las escaleras, se encontraba la pequeña Daniela sentada tranquilamente leyendo un libro infantil sin despegar la mirada de las páginas ni siquiera cuando los oficiales entraron a su casa. Iba vestida con el uniforme de la escuela, una que, con años viviendo en la ciudad, no lograron reconocer.

- ¿Todo bien señores y señorita? – preguntó amablemente Diego, una frase realmente inocente pero que tenía ciertos tintes de estar pidiéndoles de manera disimulada irse de su casa.

- Sí... todo está bien – comentó la oficial, quién se sentía algo apenada por haberlos molestado. Pero es qué, todo era tan extraño e inusual. Había oído algunos rumores afirmando que la familia era, aunque callada y reservada, era algo extraña y ese día lo pudo comprobar. A ella no le transmitía nada de confianza, sentía que algo no estaba nada bien a pesar de no saber que era.

Los tres se fueron sin molestar más, y cuandoestuvieron fuera, respiraron tranquilos. Estuvieron de acuerdo al mencionarseque la tensión allí dentro era espeluznante, y la amabilidad de Diego parecíaalgo exagerada. Ni la niña y esposa parecían tener alguna herida, pero creíanque no podían confiarse de él. Y el uniforme de la niña... nunca antes lo habíanvisto, y conocían la ciudad como la palma de su mano. Podría tratarse tan solo delrediseño de alguna escuela, aunque nunca lo verían ese día ni ningún otro

la oscuridad detrás de la puertaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora