la mujer de la oficina

110 7 1
                                    


Alejandro era el último en la oficina, por lo que él tenía que cuidar las pertenencias de los demás, aunque no fuese necesario, era un lugar seguro, además de tener un vigilante que cada cierto tiempo hacía rondines para revisar que todo estuviese en orden. Eran más de las 9 de la noche, casi las 10. Su jefe le había dejado un trabajo super largo y estuvo tan concentrado que perdió totalmente la noción del tiempo. Cuando se dio cuenta de la hora, sorprendido se levantó de su silla y empezó a arreglar sus cosas para irse a casa y continuar allá luego de comer algo. Unos cuantos segundos después, antes de partir, decidió ir al baño para orinar.

Rápidamente entró al aseo y empezó a hacer lo que tenía que hacer. Recordó mientras estaba allí, parado frente a un orinal, las leyendas que había en la oficina. Cosas como el cantar, la risa y la aparición de una mujer que siempre se manifestaban a ciertas horas de la noche. Le parecían todas patrañas.

Luego de acabar de orinar, lavarse y secarse las manos, salió ahora sí para partir a su hogar. Cuando estaba a punto de bajar las escaleras, pudo escuchar una leve pero claro risa de una mujer a sus espaldas. Paró instantáneamente y volteó a ver. Revisó todo el piso, pero estaba absolutamente solo. Era la única alma allí.

"producto del cansancio" se dijo para si mismo. Ahora sí empezó a bajar las escaleras tranquilamente. Prefería hacer eso a tomar el elevador, no le gustaban para nada, le daban claustrofobia.

Al momento de llegar al 3 piso (Alejandro trabajaba en el 5), pudo escuchar algo que, en ese momento, si le hubiesen puesto a jurar en nombre de lo que él más amaba, habría jurado que lo que oía era totalmente real. La misma voz de la mujer que escuchó reír anterior mente resonó por las paredes con mucha más intensidad, pero ya no reía, si no que cantaba una melodía que no reconocía, pero que al oírla hacía que un escalofrío le recorriese por toda la espalda. Su voz era horrible, desafinada, aquella cosa cantaba como si estuviese sufriendo un dolor inexplicable, como si la estuviesen torturando a muerte mientras la obligaban a cantar. Sin mirar atrás empezó a correr como alma que persigue el diablo con el riesgo de caer y sufrir una lesión, o peor, una fractura, pero poco le importaba, no quería tener algo que ver con esa cosa que cada vez estaba más cerca de él.

La adrenalina recorría su sangre. Cada vez sentía que sus piernas iban a fallar, que caería y se vería expuesto a aquel espectro que le perseguía, pero de un momento a otro todo quedó en silencio y Alejandro paró en seco. Estando ya en el segundo piso, volteó lentamente a sus espaldas, pero no vio nada, además de su sombra proyectada en el piso gracias a las luces del techo. Se sentó en los escalones y llevando su mano a su pecho trató de tranquilizarse. Si antes creía que todo eso eran patrañas, ahora el karma le había dado lo suyo y sabía que el mundo paranormal si existía.

Ya mas calmado, se levantó y volteó una última vez para revisar que estaba totalmente solo. Confirmándolo, bajo y decidió salir. Estando en la puerta principal, el vigilante seguramente viendo lo pálido que estaba, le preguntó:

- La viste o la oíste ¿no?

- ¿el que?

- A la mujer, la que canta y ríe.

- ¿Cómo lo sabes?

- Lo noto por tu palidez.

- Si... no la vi, pero la oí.

- Ya. Ella ha estado acá desde los años 70 si no estoy mal. Nadie sabe porque empezó a aparecerse ni cual es su historia. Cuando trabajas por las noches como yo, te vas acostumbrando. Aún recuerdo la primera vez que la vi...

- Mira, la verdad me pegue un susto de muerte y lo que menos quiero es revivirlo, solo quiero irme a casa.

- Entiendo, descansa alejo, nos vemos.

- Descansa tu igual.

Saliendo del edificio decidió que nunca se quedaría trabajando luego de su hora de salida. Mientras se dirigía a su auto, miró hacía el cuarto piso y pudo ver desde una de las ventanas una silueta de una mujer que le saludaba con una de sus manos. Aquella fue la última vez que la vio. 

la oscuridad detrás de la puertaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora