¿por qué no volver a casa tan tarde?

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Son más de las 8 de la noche en la ciudad. La gente ya esta en sus casas, algunas durmiendo, otras apunto de hacerlo. Se te hizo tarde en la biblioteca y ya te tienes que regresar, así que coges tus cosas y sales de allí despidiéndote del bibliotecario. Los buses y los taxis ya no pasan por esa zona a esa hora, por lo que tienes que ir caminando a tu apartamento. Pero te da igual, no queda demasiado lejos. Te tomaría unos 10 minutos si caminabas rápido para evitar que los ladrones te quisiesen atracar.

Afuera el frío te golpea. Estamos en noviembre, mes en el que las lluvias caen más frecuentemente. Haz estado estudiando y preparándote mucho para el examen final de la universidad y necesitas estar más que preparado, por lo que decidiste ir a la biblioteca para concentrarte de una mejor manera, sin embargo, el tiempo se te pasó volando.

De ese examen dependen tus vacaciones. Si lo apruebas, para diciembre podrás ir al viaje con tus amigos (el cual estuvieron planeando desde marzo), en vez de quedarte en la ciudad estudiando sin parar para volverlo a presentar. Faltaban tan solo 2 días, y te sentías casi listo, aunque no podías confiarte, no como la otra vez, cuando dijiste que seguro lo pasabas y al ver la nota, el alma se te cayó al suelo por lo mal que te fue.

Las calles estaban obviamente vacías. Las farolas iluminaban la acera, mientras que tú estabas inmerso en tus pensamientos. El ruido proveniente de adentro las casas te sacaba de vez en cuando de tu ocupada mente. Estás relajado, y se te nota el rostro. Al fin se acercaban las vacaciones, 2 largos meses y medio de hacer lo que tu quisieras y de ver si podías ganarte unos cuantos pesos para comprarte una entrada para el concierto de tu artista favorito que venía a la ciudad unas semanas antes de volver a las pesadas clases de la universidad. Se venían tiempos felices.

Pasas cerca del portón del gran cementerio central y sientes la necesidad de pararte y mirar más allá de las tumbas. A esa hora claramente está cerrado, y le da un aspecto tétrico a aquel gran paisaje de muerte. Algún día terminarás allí, y estás más que consiente de eso. Antes de poder retomar tu camino, crees escuchar algo que hace que prestes mas atención a lo que estás viendo. El casi imperceptible llanto de una niña te llega a los oídos y te estremeces. Estás totalmente quieto, e intentas hacer el menor ruido posible para asegurarte que en verdad un llanto fue lo que escuchaste. Cuando piensas que se trata de algún ruido causado por el viento, el vigilante del cementerio te alumbra con su linterna desde la distancia y con tu mano te cubres la cara para evitar que la luz te caiga directo a los ojos.

- ¿todo bien? ¿se te perdió algo amigo? – pregunta este.

- No, perdón si molesto, es que creí escuchar que me llamaban, pero seguro es el cansancio – mientes.

- Claro... ¿necesitas algo? Se te ve pálido – menciona, acercándose más a ti y mirándote con una leve expresión de preocupación.

- ¿pálido? Seguramente es por el estrés.

- Claro... el estrés... bueno, seguiré con mi turno.

- Sí... gracias por la charla, descansa.

- Tú igual.

Sonríes ante la amabilidad del hombre y por creer haber escuchado el llanto de alguien. Te dices a ti mismo que solo es tu mente fatigada por todas esas horas en las que te pasaste leyendo, tomando notas y haciendo resúmenes de todo lo que viste en el semestre. Piensas que solo estás siendo paranoico y ya está. Era la primera vez en mucho tiempo en el que caminabas por esa zona tan tarde y tal vez era la impresión de verla tan solitaria que causaba que oyeses cosas que no estaban allí. De todas formas, el miedo a ser atracado te hace arrepentir de no haber estado en tu casa estudiando, sin embargo, necesitabas estar en un lugar en donde las distracciones no estuviesen tan al alcance de tu mano (televisor, videojuegos, etc.)

la oscuridad detrás de la puertaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora