mi hermano desapareció hace 20 años, pero yo lo sigo viendo (parte 3)

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Al tercer día, decidimos volver a nuestra casa, suponiendo así, que, por mi parte, iniciaría mi investigación sobre la calle que usualmente aparecía en mis sueños. Sin embargo, una serie de sucesos hicieron que esa investigación se retrasara durante un buen tiempo. Desde el accidente en el que mi hermana por poco pierde la vida, hasta la pandemia que arrasó al mundo y la posterior cuarentena.

En marzo, a 3 meses después del paseo a la playa, todavía seguía soñando con mi hermano, pero en menor proporción. Sus apariciones en mis sueños ahora eran cada 3 o 4 semanas, por lo menos 1 vez al mes. Por otro lado, todavía lo divisaba en los charcos, y demás reflejos que me encontraba en los alrededores.

Al empezar la cuarentena, los sucesos "paranormales" pasaron a un segundo plano cuando preocupados por nuestros trabajos, esperamos a que nuestros jefes dieran un comunicado al respecto. Afortunadamente, ninguno de los dos salió perjudicado. Claudia, que era maestra, le tocó dar desde finales de marzo, clases virtuales a todos sus alumnos de secundaria. Yo por mi parte, siendo abogado, asistía a audiencias y reuniones virtuales hasta que todo volviera a la normalidad.

Todo parecía ir en completo orden. Mi esposa y yo hacíamos nuestras compras, íbamos a hacer compras cada que podíamos, teníamos sexo y cada que se nos presentaba, hacíamos una maratón de películas. Mi hermano, aunque casi ausente debido a que ya casi no aparecía en mis sueños y que hubo un tiempo en el que no lo veía en los reflejos, no se fue nunca de mi mente. Fue en julio cuando la tranquilidad con la que estaba llevando toda la situación, se fue por el traste.

Más o menos en la segunda semana del mes, cuando motivado por los recuerdos de mi infancia y adolescencia, decidí volver a dibujar. Hasta los 16 años, adoraba hacer dibujos de lo que fuera que se me ocurriera, pero, sobre todo, de personalidades famosas a las que les seguía el paso, por ejemplo; los integrantes de la banda Metallica, al actor Tom Cruise, o a la cantante Amy Lee, de Evanescence. Varios años después, al retomar ese pasatiempo, quedé bastante impresionado al saber que aún tenía el toque. Me faltaba algo de destreza, claro está después de no hacerlo después de más de 10 años, pero podía obtenerla con la práctica. Claudia quedó encantada con mi "don", y me preguntó porque nunca le había dicho sobre eso.

- No lo sé. Lo dejé a los 16 años supongo porque me interesó más el derecho que el arte.

- Ahora podrás dibujarme desnuda como en Titanic – bromeó ella, sentándose en mis piernas durante un rato viéndome dibujar antes de irse a ver la televisión.

Un par de días después, un viernes a las 10 de la noche, luego de un arduo día de trabajo y después de cenar, decidí irme a dormir junto a Claudia. Nos acostamos, vimos el efecto mariposa, una de sus películas favoritas, y luego nos quedamos dormidos casi a media noche. Sin embargo, aproximadamente media hora después, me desperté luego de volver a soñar con Steve. Me senté en la cama, y frotando mis ojos, me levanté de la cama y bajé a la cocina por un vaso con agua.

Mientras tomaba el agua, se me ocurrió una idea con la que tal vez podría servir como medio de ayuda para en un futuro poder ir en busca de mi hermano por cuenta propia, y tal vez, encontrar aquella famosa calle. Dibujaría ambas cosas.

Subí las escaleras y entré en mi estudio lo más silenciosamente posible, evitando despertar a Claudia. No le diría nada con respecto a lo que haría, debido a que no quería preocuparla y hacerle pensar que su esposo aún estaba con traumas y que podría necesitar ir a un psiquiatra.

Cogí tres hojas de papel, las cuales me servirían para 3 objetivos: el de dibujar a Steve como es normalmente, dibujarlo como lo veo en mis sueños (aún no sabía la razón exacta) y la calle lo más detallada posible, para de esa forma, sí se me daba la oportunidad, ir preguntando por ella hasta encontrarla. También iría preguntando por él, en caso tal, de que, por algún milagro, alguien lo haya visto y me pueda dar respuestas.

Empecé con el primer dibujo. Me centré lo mejor que pude, y todo lo que sucedía a mi alrededor pasó a un segundo plano. Perdí total noción del tiempo, y fue como si este hubiese parado. Nada parecía sacarme de mi letargo, nada más que el desgarrador grito de Claudia llamándome a todo pulmón. Dejé todo a un lado, y corrí lo más rápido que pude hacía el cuarto. Al entrar, la pude ver en un rincón, pálida, llorando, y con el pijama pegado al cuerpo debido al sudor.

- Lo vi, te juro que lo pude ver.

- ¿Qué? ¿A quién viste? – pregunté, preocupado, colocando mis manos en sus mejillas, dándome cuenta de lo frías que estaban.

- ¡A tu hermano! ¡Te juro que lo vi! – respondió agitadamente, antes de ir corriendo al baño y vomitar la cena en el váter.

Fui rápidamente hacía ella, y mientras seguía arrodillada con la cabeza en el inodoro, empecé a acariciarle, mientras intentaba calmarla.

- Mi amor, tranquila, fue solo un sueño. ¿Va? Debió serlo. Él lleva desaparecido casi 20 años, y aunque me duela aceptarlo, es bastante probable que ya esté muerto. – dije en el tono más tranquilo que se me fue capaz. – Además – proseguí – si en verdad lo viste, ¿Cómo sabes que era Steve?

Vomitó un par de veces más, y se sentó en el piso, para después yo ponerme detrás de ella y acariciarle la cabeza, lentamente, en un gesto de amor, tal como a ella le gustaba que hiciera cuando recién nos hicimos novios para poder dormir.

- Era él, lo juro por mi santa madre que en paz descanse. Tenía cada una de sus características físicas. Su pelo castaño que le llegaba a los hombros, las cejas delgadas, la nariz chata, los labios caídos, saltones... era él... estoy tan segura como que el cielo es azul. Pero había algo más... sus iris eran totalmente blancas... dios mío, tan blancas como una nube. Tenía los labios partidos y dos disparos, uno en la frente y otro en el corazón. Se me acercó a mí en un abrir y cerrar de ojos, puso una mano en mi hombro y me dijo: "busca en el lugar más recóndito". Estaba aún acostada en la cama, pero instintivamente cerré mis ojos y di un manotazo al aire, para después irme al rincón y llamarte. Sé que no me vas a creer, y qué dirás que es un sueño... pero se sintió tan jodidamente real. ¿Será que me estoy volviendo loca?

La abracé durante un rato pensando en lo que iba a decirle. ¿Era acaso buena idea comentarle que yo aún lo veía? ¿Qué consecuencias podría traer confesarle que la manera en la que él lo vio era la misma forma como yo lo veía en sueños? 

la oscuridad detrás de la puertaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora