Último pasajero

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Son las 10:30 de la noche y mi turno está por terminar. En el bus, en uno de los asientos de atrás, hay un último pasajero, un hombre de unos 30 años, alto, pálido y con el pelo negro alborotado. Parece algo agitado, y le pregunto en voz alta si esta todo bien. Tengo la impresión de que está por vomitar, y le pido que, si se sentía mal, que por lo menos vomitase por la ventana, ya que después no quería andar limpiando lo que el expulsara de su estómago. La otra vez, recogí a una mujer ebria, y justo antes de bajarse, sacó todo lo que había comido en el asiento del copiloto, y tuve que limpiar la silla unas tres veces para que se fuera el olor.

No me responde y vuelvo a preguntar, esta vez algo con un tono de voz más evidente, diciéndome a mí mismo que tal vez en su estado de aturdimiento no me había escuchado. Por el retrovisor, noto como sube su mirada y asiente, con una expresión algo perdida en su rostro. Sigo conduciendo, sin confiarme demasiado. Reconozco la mirada de alguien que ha estado tomando a kilómetros de distancia.

Pasan al menos 5 minutos, y se me hace bastante extraño que el tipo aún no se haya bajado. Pregunto en donde vive para dejarlo en la dirección exacta y así irme a dormir. Estaba bastante cansado ya, y temía dormirme mientras conducía y causar un accidente. Recibo solo silencio como respuesta, únicamente roto por el constante ruido del motor del bus. Miro por el espejo retrovisor, esperando verlo profundamente dormido por la borrachera que llevaba encima, y el susto que me llevé, no pudo haber sido más grande. Estaba absolutamente solo. Frené en seco, mis manos están temblando y el corazón está a punto de salirse de mi pecho. Volteó mi cabeza hacía donde vi al hombre, topándome únicamente con sillas vacías. ¿Habrá sido una alucinación de mi fatigada mente que necesitaba descansar? No lo creía, aquel tipo se veía tan real, tan palpable.

Me levanto del asiento y camino, revisando cada uno de los asientos detalladamente, buscando algo que parecía no iba a encontrar. Esperaba hallar algo que me indicase la identificación del hombre, pero sentía que era poco probable. Además, en ese momento, caí en cuenta de algo que me erizó los pelos: no recordaba haber recogido a aquel hombre en ningún momento. Solo apareció en mi bus, como si de un holograma se tratase. Llegué hacía donde lo vi anteriormente, sin encontrar absolutamente nada. Me llevé las manos a los ojos y me los froté, tratando de tranquilizarme y de convérseme de que solo había sido una mala pasada de mi mente. Sí, solo eso, una alucinación.

Antes de volver a mi asiento para así dejar el vehículo en el estacionamiento, puedo notar algo que me dejó intrigado. En la ventana, hay una pequeña servilleta con lo que parecía ser un mensaje escrito a lapicero. La agarro y veo que en ella hay una frase: "no sabía como llegar a casa". No sé que pensar, y decido mejor guardarla en el bolsillo y ahora sí irme a mi casa.

A las 11:20, casi una hora después del suceso, estaba en mi cama, pensando en lo sucedido. Trataba de encontrar una respuesta lógica a lo que viví, sin éxito alguno. No lograba saber que respuesta dar al suceso, y como tampoco lograba dormir, encendí mi teléfono y entré a Facebook para distraerme un rato y ver si así me llegaba el sueño.

En el inicio de la página, pude ver como se difundía la noticia de un fallecimiento. Curioso, la abrí, y puedo jurar que casi me desmayo de la impresión:

"Un hombre de 32 años que fue declarado como desaparecido por sus familiares y amigos, fue encontrado muerto cerca de la parada del bus de la calle novena sin ninguna señal de violencia física. Se le encontró con el pelo alborotado, con un fuerte olor a alcohol y la piel totalmente pálida. No se sabe aún la causa exacta de muerte, y se espera que, en las próximas horas, los forenses puedan dar noticias sobre el asunto. Únicamente se sabe que el hombre llevaba por lo menos 4 horas fallecido antes de ser encontrado por una pareja que paseaba por el lugar".

Aquel fallecido, era el mismo hombre a quién había recogido. 

la oscuridad detrás de la puertaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora