No puedo jugar con fuego

29 4 2
                                    


Mi mamá me advirtió que no volviese a jugar con fuego, porque era peligroso. Enojado, decidí irme a mi cuarto y estar encerrado hasta que ella viniera a pedirme perdón. Era muy injusto que se enojara conmigo por jugar con algo bastante inofensivo. ¿Qué causaba incendios y me podía quemar la piel? Solo era charlatanería de ella. Le causaba celos verme divertir, de eso estaba seguro. Ella era una mujer amargada desde que murió mi hermano en un incendio en nuestra anterior casa. No entiendo porque tiene que tratarme así. Pude haber tenido menos habilidades que él, pero sigo siendo su hijo, y tiene que amarme.

Días después, a escondidas de ella, cogí la caja de fósforos que había en la cocina y me fui al patio trasero a prender papeles y ver cómo se quemaban. Era algo que me llenaba de satisfacción y me entretenía. Para mi mala suerte, mi felicidad no duró mucho, porque debido a que me olvidé de cerrar las ventanas para evitar que el olor del humo se metiera a la casa y que ella se enterase de lo que hacía, logró enterarse de mis planes y salió para regañarme. Yo, enojado, le escuchaba decir lo mismo que antes; que era peligroso, que me podía quemar, entre otras cosas que decía por celos. Claro, como yo podía divertirme y ella no, era razón para llamarme la atención. Algunos dicen que padece una grave depresión tras la muerte de mi hermano, aunque no sé exactamente lo que significa esa palabra. Si tan solo supiera que fui yo quién incendió la anterior casa para que Manuel dejase de ser un estorbo y tanto ella como yo pasásemos más tiempo juntos... 

la oscuridad detrás de la puertaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora