historia 2

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El cielo estaba totalmente nublado y venteaba mas que nunca. Pronto iba a llover, como había pasado durante casi todos los días de esta fría semana de invierno. Caminaba lentamente por la acera mientras paseaba a mi pastor alemán Max, aquel amigo de 1 año y 6 meses que, desde el primer día, había sido fiel, juguetón, cariñoso y obediente (aunque esto último tardo en llegar).

Como es costumbre, el frio calaba mis huesos. El abrumador silencio de aquella tarde solo se quebraba con el sonido de mis suaves pasos y los lentos jadeos de mi mascota. Todo el mundo parecía haberse ido lejos.

Tenía en mente el aniversario de la desaparición de mi hermana, que un día cualquiera de octubre del 2016, salió a trotar a las 6 de la mañana para jamás volver. Supongo que en ese momento hacía el mismo recorrido de aquella fatídica mañana en la que ella, por razones desconocidas que todavía me siguen atormentando en las noches, no fue vista de nuevo.

Tal vez, Max notó mi tristeza, así que decidió detenerse para ponerse frente mío y poner sus dos patas delanteras en mis hombros y darme un abrazo perruno como los suelo llamar. Puede que eso me haya calmado un poco el dolor de recordar todo eso, pero no me devolvía a mi hermana, así que seguimos caminando en silencio.

Nos acercábamos a una zona rural donde suele haber muchos árboles alrededor, el lugar perfecto para hacer deporte, acampar, contar historias de miedo en la noche y muchas otras cosas. Siempre había vivido en esta ciudad, desde el primer día en el que vine a este mundo y creo que eso será hasta el momento en el que mi cuerpo decida irse. Adoro esta ciudad mas que ninguna otra, es mi hogar. Además, aquel lugar, aquellos árboles, siempre habían sido como el lugar perfecto para que mi hermana y yo decidiésemos escaparnos un rato a hablar cuando nuestros padres tenían las "típicas peleas de adultos bobos". (ambos teníamos muchos nombres para cualquier cosa)

En algún punto, decidí parar y soltar a Max para que caminase un poco. No había echo sus necesidades y ya era hora de que lo hiciese. Lo vi alejarse un poco hacía donde había unos pinos recién plantados y empezar a oler. En aquel punto, empecé a sentirme raro, algo había cambiado. Max seguía allí, el lugar estaba tal como siempre, pero tenía una rara sensación como si me faltase algo, como si yo no estuviese en el lugar donde siempre creí estar.

Empecé a oír pasos atrás mío, alguien posaba sus pies sobre el suelo lentamente como si no quisiese alertarme de su presencia. Mi pastor se paró y me volteo a ver quedando paralizado sin saber que hacer. Era lo primera vez que yo le veía de esa forma, siempre que un extraño se me acercaba, ladraba como un perro poseso. Los pasos se detuvieron justo detrás de mí, sentía una respiración caliente en mi cuello y en eso fue cuando Max se alertó y empezó a ladrarle a quien estuviese detrás. Pensé en un posible ladrón, así que me preparé para cualquier ataque que el tuviese listo para mí. Durante toda mi adolescencia fui a clases de defensa personal, además con mi mas fiel amigo al lado, me sentía mucho mas seguro, así que estaba preparado.

Me voltee a ver justo en el mismo momento en el que Max corría hacía mi y quede en un estado de shock total, no había nadie detrás. Por lo menos eso era lo que yo creía, porque los ladridos que hacían eco en toda la zona rural indicaban otra cosa. Max parecía ver algo que obviamente yo no podía. Antes de poder decirle algo, empezó a correr hacia mi derecha para adentrarse más entre los arboles como si estuviese persiguiendo algo. Lo empecé a seguir corriendo lo mas rápido que podía mientras gritaba su nombre. Hasta aquel punto no entendía muy bien lo que estaba pasando, pero no le tomaba mucha importancia porque justo en ese momento, se detuvo y empezó a cavar en tierra blanda. Al llegar a él, lo detuve regañándolo, pero decidí callarme porque algo llamo mi atención; de lo que apenas sobresalía del hoyo que intentaba cavar (además de piedras y lombrices), había un collar con perlas azules. Parecido al de mi hermana. ¿y si era el que llevaba casi siempre puesto? Lo saqué totalmente de la tierra y lo observé detenidamente, se parecía demasiado, además tenía una "G" en una de sus perlas, indicando que efectivamente era el que usaba porque siempre marcaba sus cosas con una S mayúscula. La inicial de su primer nombre "Gabriela". Seguí profundizando mas en el hoyo, con cierta ansiedad sobre mí cuerpo de lo que iba a encontrar. Mi perro me ayudaba, el también sentía que iba a encontrar algo.

Pude encontrar una foto volteada por la parte trasera y muy manchada de tierra. Por la tierra blanda, supuse que alguien había enterrado eso reciente mente, tal vez justo el día del aniversario de su desaparición. Cuando voltee la hoja, mi corazón dio un vuelco, era ella junto a mi con un mensaje a marcador: "con mi hermanito Carlos". Me quedé sin habla, no supe que pensar. Mire a donde estaba mi perro, pero él había desaparecido sin darme cuenta. Me paré rápidamente y mirando para todos lados, intenté localizarlo. No aparecía por ningún lado, ya no estaba. Empecé a gritar su nombre y me desesperé, estaba entrando en un ataque de pánico. A lo lejos, por donde había venido, juro haber visto la silueta de Gabriela. Grité su nombre, corrí lo mas rápido que pude, pero cada ve que parecía acercarme a ella, se alejaba. Luego de 2 minutos de estar corriendo y gritando, me paré a dar un respiro, necesitaba descansar. Atrás mío, escuche los jadeos de Max. Cuando gire sobre mis espaldas, allí estaba, mirándome fijamente como si nada hubiese pasado. Intenté pensar que todo eso había sido un sueño, que todo aquello había sido una alucinación de mi mente, pero antes de decidirme volver a casa para descansar, oí la voz de Gabi mencionar mi nombre detrás de mí y todo se volvió oscuro.

Al despertar, estaba acostado en el sofá de la sala inferior mi casa, con Max sentado justo por un lado del sofá. No sabía como estaba en mi casa, y no intenté buscar alguna explicación. Me senté agarrándome la cabeza. Hasta aquel momento era lo mas raro que me había pasado, o al menos que todo aquello había sido un simple sueño, raro, pero nada más que eso.

Me levanté del sillón y fui a la cocina para tomar agua. En la nevera había una nota que no recordaba haber dejado antes, así que la leí. Lo que decía en ella me petrificó:

"Hermanito, soy Gabi. Agradécele a tu perro por haberme encontrado luego de 2 años, tiene buen olfato y muy inteligente. Entendió todo lo que le dije, aunque sus ladridos intentando decirme algo me molestaron un poco los oídos. Te quiero mucho"

Dejé caer la hoja y cuando me di cuenta, Max estaba atrás mío mirándome fijamente con sus brillantes ojos posados en los míos. En su boca llevaba la foto que había encontrado en la zona rural, nada de eso había sido un sueño. Aquella foto fue tomada un día antes de desaparecer y ahora que me daba cuenta, tampoco había vuelto a ver a esa foto hasta aquel momento.

la oscuridad detrás de la puertaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora