Capítulo 8- Fuego robado

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Respiraba una y otra vez intentando recordar cuánto tiempo llevaba aquí. Podía asegurar que no llevaba ni un día pero pensarlo de nuevo me hacía dudar. Contar a veces funcionaba... me hacía recordar que aún seguía con vida.

¿Pero en que número me había quedado?

Ese maldito líquido que me inyectaban cada vez que veían un forcejeó sentía como me estaba matando lenta y dolorosamente. Cada vez que recorría mi sangre acababa con todas mis fuerzas y llegaban las pesadillas.

Al principio solamente quedaba inconsciente pero despertaba. Siempre lo hacía y era lo peor. Esa maldita droga era muy efectiva para debilitar a una persona pero también para causar alucinaciones y delirios.

Había leído de ella en el Arca y la razón por la que la prohibieron es que no tenía propiedades curanderas, solo negativas. Solo estaba hecha para causar daño y ahora que lo estaba experimentando, era cierto.

Fuego. Eso fue lo único que había visto en mi último sueño antes de volver a despertar y notar los puntos rojos en mi brazo.

—¿Ya lo encontraste?— escuché una voz masculina.

—Me temo que no— respondió la misma voz de aquella mujer cuando me capturaron— Todo en ella es normal.

—Será mejor que te des prisa. El canciller no tardará en deshacerse de ella.

—Lo haré.

¿Qué querían encontrar? Lo único que se me ocurría era el porqué solo yo había sido traída aquí y era acerca de la verdad de mis poderes, pero eso ni yo lo sabía aún.

Una de ellos se fue, lo supe por el sonido de las puertas que hacían al cerrar o abrir.

—Veo que te volviste a despertar. Te estás volviendo resistente a la droga pero no lo suficiente. Interesante.

Tomo unas notas y luego me miró. Me tardo menos de un segundo para odiar esos gestos, para odiarla a ella.

No podía generar mi escudo, lo intentaba pero ella seguía a mi lado. Esa droga me había quitado toda la energía que necesitaba para crearla. Estaba completamente vacía.

De repente comencé a sentir un dolor profundo y cortante. Por todo mi abdomen comenzaba a arder terriblemente. Apreté mis dientes contra la mordaza impidiéndome gritar y alguien me escuchará.

Me enderecé lo que me permitía las cadenas y ahí la ví. No supe si era una alucinación o en verdad me miraba con un rostro que reflejaba indiferencia al hacerme daño haciendo cortes por mi piel.

Estaba aterrada pero aún así comencé a moverme para impedirle seguir, ignorando el dolor que aumentaba a cada movimiento brusco. Deseaba y deseaba que el escudo apareciera pero nunca lo hizo. Lo único apareció fue otra aguja en mi cuello ocasionando que volviera a mis pesadillas.

(...)

Narra Bellamy

"Eres un maldito mentiroso"

Sus palabras eran algo que no me había quitado de la cabeza. Nunca me imagine a que extremo estaba llegando Pike y ahora por mi culpa estaba a punto de perder a la chica que amo.

Después de que la arrestaran, no dejé de pensar en cómo podía sacarla pero ni siquiera sabía dónde estaba. Pike no me lo había dicho y por más que le dije que quería hablar con ella solo me respondió que no era posible.

No podía dejarla que la mataran, no a ella.

Pero aún así seguía siendo el maldito mentiroso acompañando a Pike a las celdas.

Corazón de fuego / Bellamy Blake - Libro 2 (temporada 2,3 y 4)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora