Setenta y dos

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Los días pasaron, yo me quedé en el pasado; recordando sus sonrisas, sus besos, sus caricias, la forma en la que me miraba y decía que me quería.

Pero querer no era suficiente. No lo fue, no se quedó a mi lado.

Estaba tan confundida; no la odiaba a ella ni lo odiaba a él, ¿por qué odiarlos? Fue mi corazón el que sólo se entregó aún sabiendo que no sería correspondido.

¿Debería odiar a mi corazón?

Quizá a la razón que no supo controlar a mi corazón enamorado; ciego ante esos ojos que lo anonadaban, sumiso ante su voz, débil ante sus tacto y frágil ante la situación.

Deseo OdiarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora