Cuarenta y cinco

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-Me tenías preocupado, pensé que te había pasado algo, ¿por qué no contestabas mis llamadas?, ¿por qué no contestabas mis mensajes?, ¿por qué no saliste cuándo fui a buscarte a tu casa?

-Estoy bien, ya me viste, ya te puedes ir.

-Contesta.

-No tenía batería en el móvil, no estaba en casa y no escuche cuándo llamaste a la puerta, ¿ya?, ¿qué esperas vete de una vez? Tu novia debe de estar esperándote-contesté dolida y enojada a la vez.

¿Qué le importaba lo que me pasara?

Después de todo ya tenía por quien preocuparse.

Tensó la mandíbula, puso sus manos en puño y bajó la mirada.

-Me pidió tiempo. Necesita pensarlo- dijo en un susurro, suspiró y cerró los ojos, estaba dolido. Lo abracé cómo acto de consolación.

-Lo siento-me devolvió el abrazo, nos quedamos así unos minutos. Me fue imposible sentir alegría aunque la culpa de inmediato arruinó dicha emoción no debería estar feliz mientras el sufre.

-No importa, esperaré a que esté lista, esperaré el tiempo necesario-dijo y mi corazón colapsó ante su respuesta.

Deseo OdiarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora