Ochenta y dos

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«Es un placer que nos acompañen esta noche, les quiero presentar a mi novio»

Ese instante, esas palabras me ilusionaron de una manera alucinante.

Me había acercado como mejor lo sabía hacer seguro de mi mismo, con la frente en alto orgulloso por que era yo, quien se refería en ese entonces mi novia. O eso pensaba. Mi rostro fue confusión pura al ver su reacción a mi tacto.

Jamás pensé que una mirada sería capaz de dañarme.

Jamás pensé que unas cuántas palabras dolerían tanto.

Sentí que el alma salió de mi cuerpo al ver como lo recibía. Cómo lo besaba.

«El amor de mi vida» fue una apuñalada en el corazón.

Entre tanto hombres en el mundo tuvo que ser él. El único que consideraba mi amigo porque teníamos los mismos gustos, las mismas costumbres, y claro el mismo gusto por las mujeres.

El mal nacido me dio dónde más me dolía. Con la vieja que amo, tocarla y estar con ella mientras yo lo hacía mientras yo la amaba.

El error fue mío, le hablé de ella, le dije cuan enamorado estaba, mencioné todas sus cualidades y las cosas que me enamoraban de ella. Lo perfecta y tierna que era. Yo tuve la culpa por haberle mencionado que la quería para toda la vida. Qué en este mundo no existía alguien mejor que ella.

Los golpes que le di no fueron suficientes, lo quería matar pero no sólo era de el la culpa sino también de ella, si ella me hubiera querido como decía no me hubiera engañado con mi "hermano".

¿A dónde ha llegado este mundo de mierda?

Ya en nadie se podía confiar, ya no podía querer a alguien sin que me lastimaran.

Deseo OdiarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora