Jueves.
Salgo del aeropuerto y cojo una bocanada de aire primaveral de Lanzarote. ¡Por fin en casa!
Agarro bien mi maleta y me dirijo al aparcamiento. Mientras, saco el móvil del bolsillo trasero de mi pantalón vaquero largo, el cual ya me está molestando por el calor, y llamo a mi padre.
—¡Hija, te estoy esperando! ¿Se puede saber dónde te metes? ¡Siempre llegando tarde! —reprocha al descolgar y pongo los ojos en blanco.
—Hola, papá, estoy bien, gracias por preguntar, y el vuelo también ha ido bien, gracias otra vez —exclamo sarcásticamente y diviso el Mercedes plateado de mi padre.
—Déjate de chorradas y ven, estoy en el ala oeste del parking. Date prisa, que si no me cobran.
—¿Y desde cuándo te importa el dinero? —pregunto acercándome al coche.
—También es verdad. Son cosas de tu madre que se me han pegado—responde y lo oigo dentro del coche—. Tú ven rápido y no preguntes
Me dejo ver por la ventanilla del copiloto y toco dos veces el cristal con los nudillos. Mi hermoso y gran padre me ve y me sonríe al mismo tiempo que abre el maletero con la palanca.
Coloco rápidamente la maleta y veo que se baja con celeridad. Corro hacia él y lo abrazo estrechamente.
—Te eché de menos, chiquitina —susurra al lado de mi oído y yo contengo las lágrimas.
—Y yo, papi —contesto y mi padre me aparta suavemente para mirarme a la cara.
—Estás igualita, Ina, ¿cómo fue todo en Nueva York?
—Todo genial, ya somos socios. —Celebro y él me sonríe ampliamente, alborotando mi cabello.
—Eres la mejor, por eso supe que eras la indicada para ir —dice y me sonrojo por el orgullo con el que habla.
—Solo porque aprendí del mejor.
—Venga, que te llevo a tu casa, seguro que estás agotada. —Se separa de mí a regañadientes y se monta en el coche.
—No lo sabes bien, pa, estoy reventadísima.
Salimos del aeropuerto hablando de trabajo y nos dirigimos a Arrecife, la capital.
Mi padre y yo somos dueños de una de las más grandes empresas de construcción del mundo.
Me llamo Irina López Perera, Ina para mis amigos y familiares, y soy diseñadora de interiores y vicepresidenta de Built S.A., la empresa de mi padre.
Desde pequeñita me ha interesado todo lo que tiene que ver con diseñar una casa por dentro, me encanta poner las cosas en su sitio y que todos sean felices con mis decisiones. Por eso mismo la empresa es tan famosa, tanto que todos los países quieren sedes nuestras en su territorio.
Empezó todo con algo pequeño, pero poco a poco se fue convirtiendo en algo más grande, y cada día más, y así hasta donde nos encontramos ahora. Tenemos sedes en Nueva York, Italia y Alemania gracias a mí, que, al ser la vicepresidenta, mi trabajo se basa en diseñar interiores, pero también intermediar y negociar con los distintos países.
Soy una chica normal: morena de pelo largo, ojos chocolate, de altura y peso promedios. Sencilla, pero ordenada y seguidora de las últimas tendencias.
Tengo pocos amigos. Bueno, tres precisamente. Soy muy sociable y conozco a bastante gente, pero solo esos tres han logrado convertirse en mis amigos inseparables.
Fernando Rodríguez Viera, o Nando, como todos lo conocen. El gay menos gay que he conocido nunca. ¿Qué quiero decir con eso? Pues muy claro. Es rubio, con los ojos avellana. Un buenorro en toda regla, fortachón y alto. No tiene nada de gay, al menos por su actitud, no solo por su físico, pero inexplicablemente le gustan los hombres.

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Tengo sueño
RomantikIrina López tiene una extraña relacion con su mejor amigo. ¿Amigos o algo más? Ellos tienen una frase especial para poder verse de la forma que les apetece: sin ropa de por medio. Pero ¿qué pasará cuando ella se vaya a Nueva York durante un año? ¿Se...