VIII

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VIII. COMPARTIENDO ALMOHADAS.

EL TRAYECTO hacia el cuarto de Bill fue silencioso, una vez que lleguemos a su puerta. Él la abrió, dejándome pasar primero. Inmediatamente le di una pequeña ojeada a su habitación. Estaba pintada de color rojo y era relativamente mediana. Tenía un armario y una cama pequeña, que tenía una cobija hecha a mano. Era bonita, si no me equivocaba se la había hecho su mamá. Esa mujer, Molly, parecía una mujer muy buena. Lastima que su hijo no le salió así. Bueno, tal vez si lo es, pero no conmigo. Aunque es más factible que sea verdad la primera.

Como ninguno de los dos dijimos nada al respecto, saqué mi baúl del bolsillo, y lo volví a su tamaño normal. Lo arrastré hacia una esquina y luego lo observé a él. Estaba preparando unas mantas y almohadas para colocar sobre el piso. Definitivamente disfrutaría verlo así. Podía jurar que esto era obra del karma, yo lo sabía. Recuerden: todo siempre vuelve. Y si no vuelve ahora, volverá más fuerte y poderoso que la última vez.

Todo es y será cuestión de tiempo.

—¿Feliz? —Pregunto, al verme acostada en su cama—Conseguiste lo que querías.

—Más que nunca.

Él sonrió.

—Bueno, disfruta el momento. La próxima te tocará dormir afuera con los animales.

Iba a decir algo, pero habló primero.

—No hay quejas, princesa.

Se ganó un almohadonazo.

—No me llames princesa, me irrita — chille, entre dientes

—¿Ah, si. Princesa?

—Sí, tonto e irritante pelirrojo.

—Te faltó sexy e irresistible.

—Ya quisieras...

—Ni tu misma te lo crees, princesa.

—Deja de decirme princesa.

Rojo se acostó en su improvisada cama, y ​​antes de darme la espalda, murmuró algo por última vez. Impidiéndome contestarle algo.

Este chico me sacaría canas verdes.

—Por eso lo hago, disfruto molestarte.

No pasaron tantos minutos para que él se quede dormido y comenzará a roncar como un oso. En cambio yo. Yo no pude dormir tan fácil, estuve horas y horas tratando de cerrar un ojo. ¿Por qué? No lo sé, pensé que dormiría más rápido estando en esta cama, que era muy cómoda. Pero no. El insomnio fue mucho más fuerte que yo. Y eso lo odiaba.

Odiaba no poder dormir, era lo que más amaba en todo este mundo.

Aunque debía admitir algo, había extrañado la sensación de dormir bajo algo tan esponjoso y suave como este colchón.

𝗛𝗘𝗔𝗩𝗘𝗡 | bill. weasleyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora