XIV

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XIV. HELADOS.

HACER QUE UN TROL de más de tres metros me baje fue todo menos fácil. Y tampoco lo fue seguir las instrucciones de Henry. Con mi cabeza hacia abajo era bastante complicado hacerlo, más si Chester no paraba de mover su mano de un lado hacia el otro. Y Si, ya le habíamos puesto nombre. Aunque a mi punto de vista tenía cara de Peter. Pero bueno, eso fue lo que menos importó. Al final logramos que me deje en el suelo, lo cual ese duro proceso tardó una hora y media. Cuando mis pies tocaron el suelo, tuve ganas de abrazarlo. Nunca extrañé tanto estar con los pies sobre la tierra. Los chicos, lentamente,  se acercan hacia mi. El primero fue Bill, acompañado por Henry. Este trataba de distraer a la gigantesca criatura.

—¿Estas bien?—preguntó Bill, por lo bajo

—Si...creo que si.

—Váyanse afuera—murmuró el castaño, observándonos de reojo

—¿Qué? No, no te vamos a dejar solo.

Bill no dijo nada, le hizo caso.

—Bill, llévatela.

El pelirrojo iba a hacerlo, pero ni lo dejé. Me separé un poco de él y me acerqué hacia donde estaba mi compañero, actual. Él me observó con una de sus cejas alzadas, mientras a la vez observaba al trol. Que por suerte, ya estaba más calmado y quieto. Henry logró eso, gracias a esos súper gruñidos que decía que era su idioma. Aunque creo qué haciendo movimientos brutos y moviendo las manos también era así.

—No te vas a quedar solo con Chester.

Él cerró sus ojos y murmuró:

—Tranquila, no me pasará nada. Te lo prometo.

«Te lo prometo» Hay algunas cosas que no debemos prometer.

—Está bien. Pero si te pasa algo iré al inframundo te traeré y luego yo misma me encargaré de matarme, Pippet.

El animago rio, para luego dirigir su mirada hacia el trol. Este estaba sentando, mientras se comía una de esas cabras. Menos mal que no estaba cerca de él, porque si hubiera sido así, estaría llena de restos de ese animal.

—Te creo, Dumont. Ahora ve afuera con el pelirrojo ese.

Pensé que él estaba esperándome, pero no fue así. Ya se había ido, así que yo tuve que hacer lo mismo. Un poco desconfiada, hice lo mismo. Habré caminado quinientos metros hasta salir de la cueva, en donde, al instante: el viento chocó contra mi cara. Me había olvidado el frío que hacía, estar ahí adentro me hizo entrar en calor. No tarde tanto en encontrar una cabeza pelirroja entre todo el paisaje blanco. Él estaba a unos pasos, sentado sobre la fina y suave nieve.

—¿Pasa algo?

Al oírme, se dio la vuelta.

—No.

Ya lo conocía, lo puedo ver en sus ojos.

—¿Te atreves a mentirme en la cara, Weasley?

Me miró de reojo, de una manera divertida.

—Solo me asuste...

—¿William Arthur Weasley asustado?

—Pensé que te...—hizo una pausa

—¿Comería? Yo también.

Él negó, moviendo su cabello pelirrojo.

—De perderte.

Oh, pero estoy más que viva. Mira, tengo...tengo vomito mío, restos de comida de Chester y un poco de baba.

Hizo un gesto de asco, acompañado de un silencioso que asco.

𝗛𝗘𝗔𝗩𝗘𝗡 | bill. weasleyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora