↷ La vida de una chica que rompe maldiciones más que vivir es muy fácil, relativamente. En el intento trata de no morir y también, trata de sobrevivir al estúpido pelirrojo que tienes como compañero↶
hermosa portada hecha por la genia de @amygranger...
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LA CAÍDA DEL FÉNIX FUE el momento justo para que todas las cabezas hagan un click. Ese click que dice estamos en peligro, Voldemort logró derribar a la persona más fuerte y necesaria para esta guerra: Albus Dumbledore. El comandante de la orden, él que nos guiaba y decía que hacer ante estas situaciones. Todos estábamos mal, yo estaba devastada. Ver como el amor de tu vida se desvanece entre tus brazos es lo peor que le puede pasar a alguien. Ni a mi peor enemigo le deseo este dolor, porque es horrible. Te deja en shock, te deja rota. A mi me dejó rota, de una manera increíble. No quería creer que él había muerto, no podía hacerlo. Pero él estaba ahí, con los ojos cerrados. Parecía dormido, y muy tranquilo. Mientras los minutos pasaban y mi llanto se intensificaba, limpie su sangre. Fue bastante impactante, tanto él como yo estábamos bañados de sangre. Sus heridas traté de curarlas, pero tampoco hubo caso. Eran inmensas, brutales. Eran tan profundas que hasta podía notar su carne, que estaba al rojo vivo. Ahora mismo yo desee estar en su lugar, fue más una petición. No soportaba esto, era demasiado para mi corazón. Este corazón que está tan roto, que ni si quiera podré volver a armar las piezas de este. Porque ya no había caso, lo había perdido. Mis días ya no volverían a ser los mismo. Ya nada volvería a ser igual.
Porque él ya no estaba conmigo, me dejó.
En mi cabeza tal vez pasaron horas, pero solo fueron minutos. Desde lejos, pude escuchar los gritos. No me atreví a mirar, hasta que alguien tocó mi brazo. Esa era la enfermera, Poppy Pomfrey. Ella observó la escena, horrorizada. No venía sola, venía acompañada por Horace Slughorn. Este también tenía una cara de horror, mientras trataba de acercarse hacia mi. Ambos intentaron que me separé del cuerpo de Bill, pero yo no cedí. Me quedé ahí tal estatua de piedra. No dejaría que me separen de su lado, no esta vez. Pomfrey al notar que no había caso, se agachó hacia mi altura. Palmeo mi brazo y me abrazó. Fue inesperado, pero lo acepté. Eso solo me bastó para lograr que mi llanto comience a rebobinarse.
—Está respirando.
Escuchar eso hizo que mi corazón se detenga. Si seguía así en cualquier momento me daría un paro cardíaco. Tal vez escuche mal, pero él dijo que está respirando. Rápidamente, levanté mi cabeza. Observé a Pomfrey y tragué saliva. El nudo que estaba formado en mi garganta cada vez se endurecía más y más.
La enfermera sacó su varita y apuntó hacia Bill. Del núcleo de esta salió una luz blanca muy brillante. Casi ciega mis ojos, así que tuve que cerrarlos. Cuando la luz comenzó a desaparecer, Poppy se levantó.
Me observó seria y dijo:
—Las heridas están malditas, debemos llevarlo a la enfermería lo más rápido posible.
