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VI. ROBERTA.

DORMIR AQUÍ ABAJO definitivamente no fue buena idea, desperté toda dura y adolorida. Pase mucho frio y no solo eso, parece que llovió. Y bueno, el agua cayó por el pequeño agujero que estaba debajo de mi, que justamente daba en mi frente. Eso causó que sea el triple de incómodo dormir, o el intento de hacerlo. Agreguemos que los ronquidos de ambos jóvenes eran muy fuertes, después se quejaban de los míos. Los de ellos eran tan fuertes y profundos que estaba segura que hasta los mismos faraones y reinas podrían oírlos. Literalmente, me coloqué unos tampones en los oídos. Eso alivio un poco todo. Aunque también estuve tentada en poner una media adentro de sus bocotas.

Al levantar mi cuerpo de la pequeña sabana que simulaba ser un colchón, solté un gran bostezo de cansancio. Giré mi cabeza hacia un costado, observé a rojo y amarillo durmiendo como unos bebés. Estaba celosa, definitivamente estaba celosa de una cama. Se veía tan cómoda, tan suave y esponjosa. Mi cuerpo podría estar allí y se hundiría en esa suavidad. Pero bueno, no será así. Me tendré que conformar con solo verla desde esta solitaria y fea esquina.

Sin importar qué tanto ruido iba a hacer, me levanté. Y arrastre mis pies hasta llegar hacia la cocina, ahí tomé una taza. Coloqué un saco de té y puse un poco de agua que había en la tetera. Tenía menos ganas de vivir que cualquier persona en todo este mundo, así que no haría un simple té caliente.

Aunque fuera lo más fácil del universo.

—Buenos días.

Al escuchar esa voz, me di la vuelta. Ahí me encontré con Weasley, él tenía puesto su pijama de patitos, acompañado por un cabello muy alborotado.

—Lindo pijama, ¿Gustas té?

mmm si. Me lo dió mi mamá—hizo una pausa y se recostó sobre la heladera—¿Cómo dormiste, princesa?

Me estaba tomando el pelo, seguro.

—Bueno, entonces háztelo tú—respondí, metiéndome un pedazo de galleta a la boca— Y lo otro, dormí más que bien. No sabes...el agua cayendo sobre mi, sus ronquidos, el frió y la dureza del colchón no fue para nada molesto.

—No seas quejosa, hubiera sido peor si durmieras afuera. Algo es algo, ¿no?—me contestó, acercándose para robar una galleta

Pero antes de que lo pueda hacer, le di un golpe en la mano. Él me observó, confundido.

—Son mías, como tú no compartes tu cama. Yo tampoco debo compartirte mi comida. Es ley hombre de jebus.

—¿Jebus?

—No se, escuche que lo decían los muggles cuando me fui de viaje.

—¿Quieres que te comparta la cama?

𝗛𝗘𝗔𝗩𝗘𝗡 | bill. weasleyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora