XI

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XI. DESCONTROL

TAL VEZ LAS cosas buenas no duraban para siempre, en un punto llegaban a su fin. Y bueno, así fue exactamente lo que sucedió. Luego de llegar de la súper victoria de los Irlandeses, fuimos a cenar a nuestra enorme y acogedora carpa. El señor Weasley nos iba a cocinar algo, pero yo insistí en ir a comprar más cosas. Específicamente unos dulces que se nos habían antojado, habíamos visto que la familia Muggle encargada del campamento los vendía. Así que me decidí a ir, al llegar ahí pedí unos ricos algodones de azúcar, bebidas y caramelos. Los pagué y me retiré. Pensé que regresaría pronto, pero no fue así. El caos se desató, y me tomó por sorpresa. Primero pensé que era una broma pesada que hacían los Búlgaros, desee que fuera así. Y tuve la esperanza por varios segundos, hasta que simplemente se esfumó. Ver el fuego que comenzaba a emerger desde distintas zonas del campamento me hizo reaccionar, pero no al instante. En mi cabeza solo se había prendido el sensor que decía: hay algo mal. Debes irte, pero primero hay que buscar y resguardar a la familia Weasley.

Y así lo hice, o bueno, lo intenté.

Los gritos de desesperación, pánico y miedo eran los que más se escuchaban en todo el lugar. Intenté correr hacia donde estaba nuestra carpa, pero no hubo caso. Todos corrían hacia el lado contrario, arrastrándome junto a ellos. Ahí mismo fue cuando entré en pánico, me desesperaba no poder hacer nada. También me ponía muy nerviosa ante situaciones así, que casi nunca en mi vida experimenté. Los únicos duelos que tuve fueron en la escuela.

Pero esto no era la escuela, era el mundo real. Y eso me daba miedo, no había alguien que haga que el oponente se detenga.

Nada se asemejaba con la clase de duelo.

Unos nuevos gritos llamaron mi atención, provenían del pequeño puesto de Muggles. Desde aquí, lo que vi me dejó más que impactada. Ellos estaban siendo manipulados como unos títeres, jugaban sin piedad. Y no solo eso, las personas que lo hacían eran magos que llevaban puestas unas grandes túnicas, gorros y máscaras, que impedían ver su rostro. Los llamaría cobardes, ¿Cómo diablos iban a hacer eso? Abusaban de su poder y eso yo no podía dejarlo pasar.

Debía internar ser valiente.

Aunque en este momento se jugaba un poco mi ética y moral. Si yo los ayudaba dejarían de sufrir, pero  saldría probablemente herida. Y si no lo hacía, ellos tal vez morirían. Era una línea muy fina con la cual no podía jugar. Por eso me tarde solo un minuto en tomar mi decisión, que fue la primera. Agarre mi varita con fuerza y fui corriendo hacia allí, en el transcurso tuve que esquivar a varias personas, que me impedían llegar hacia ahí. Después de varios segundos de desesperación, lo logré. Ahí mi corazón comenzó a latir más rápido, al igual que mi respiración. Un nudo se comenzó a formar en mi garganta, tenía miedo. Ese miedo comenzó a trepar por toda mi espina dorsal.

—¡Desmaius Duo!—apunte hacia el hombre, que inmediatamente quedó inconsciente

Mi cabeza había pasado el pequeño detalle de ver que era un grupo. Específicamente un grupo de cinco, que reían como unos locos maniáticos. Uno al ver que había atacado a su acompañante, me atacó. Y los demás también, tuve que esconderme detrás de una roca para evitar que todos esos hechizos recaigan sobre mi. Fue una cascada de destellos que golpeaban y golpeaban contra distintas partes. Hasta pude escuchar unas cuantas maldiciones imperdonables, la cual hizo que cada pelo de mi cuerpo se erizará.

Ellos no eran de este bando. No eran buenos.

Saqué un poco la cabeza de la piedra, para poder observar mejor. Los cinco, mejor dicho, cuatro se habían dispersado por el lugar. Me estaban rodeando, debía pensar algo si quería salir viva de este lugar.

𝗛𝗘𝗔𝗩𝗘𝗡 | bill. weasleyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora