↷ La vida de una chica que rompe maldiciones más que vivir es muy fácil, relativamente. En el intento trata de no morir y también, trata de sobrevivir al estúpido pelirrojo que tienes como compañero↶
hermosa portada hecha por la genia de @amygranger...
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SIEMPRE TENÍA LA MALA costumbre de llegar a todos los lados tarde, y hoy no sería la excepción. Aunque, podría haber sido. Pero bueno, no importa. Mi presencia en la primera reunión de la orden del fénix estará, así que con eso estoy más que conforme. Nos habían avisado hoy mismo que sería, así que tampoco me podía preparar tanto que digamos. Lo único que llegue hoy fue a cortarle las uñas a Roberta, una dragona ridgeback noruega que está aquí hace unos años. Era buena, bastante a comparación de los otros dragones. También logré levantar el excremento de Harrys, un Colacuerno Húngaro. Que de por si fue bastante difícil, me llevé algunas quemaduras en las manos y brazos por su parte. Y eso que no estuve sola, Henry me ayudo un poco, bastante, con todo lo que debíamos hacer adentro de su jaula.
—Henry, ¿Crees qué ya habrán empezado?
—No soy vidente pero nos citaron a las ocho, son las diez. Tal vez...si, seguro empezó.
—Oh, solo unos diez minutos más.
—¿Diez minutos más?—preguntó, sosteniendo a Gnarly, que estaba en su dedo—Hace más de una hora me vienes decidiendo eso.
—Necesito prepararme.
—¿Para qué? Solo es una reunión...
—Exacto, pero no sabemos qué vamos a necesitar. Solo avísale a Charlie que llegaremos en unos pocos minutos.
Hizo una mueca y asintió.
—Rápido.
—No más de diez minutos, tranquilo.
«»
Bueno, fue una equivocación decir eso. Fueron exactamente cuarenta minutos los que pasaron para que yo estuviera lista de una vez. Pobre Henry, un poco más y me mandaría a levantar popo de dragón. Hasta creo que en un momento lo pensó, pero después se le pasó. Llegamos rápidamente al cuartel de la orden, que estaba ubicado en Municipio de Islington, Londres, en un vecindario Muggle. Era la casa de la familia Black, según lo que sabía. Su ubicación estaba protegida por un encantamiento Fidelio, que impedía que los Muggles pudieran verla. Allí nos recibió un elfo doméstico, el cual era un poco hostil. En el trayecto del inmenso pasillo solo susurraba cosas sobre su ama. Su ama esto, su ama aquello. Así estuvo hasta que llegamos hacia una puerta.
Estaba cerrada, eso significaba solo una cosa:
La reunión comenzó.
—Uh, ¿Deberíamos tocar o entrar directamente?—susurré, mirando el castaño
