IV

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IV. MOCOSA.

LA ESCENA CAMBIÓ MUY RÁPIDO, ahora un nuevo recuerdo comenzó a proyectarse tal como una película. Eran las mismas personas, pero no en el mismo lugar. Este vez era en un patio, un patio inmenso. Ese chico estaba junto a mi, preparando algún tipo de ¿poción? o algo así. Pero esta vez no parecía disgustado con mi presencia, tal vez hasta estaba a gusto. Él estaba explicando varias cosas, mientras la Willow pequeña le prestaba muchísima atención. Ella mezclaba las cosas adentro de un pequeño mortero, siguiendo sus indicaciones.

—Y es así como se hace un antídoto.

Mi pequeña yo, sonrió.

—¿Tan fácil?

—Así es, mocosa.

Esta vez ese apodo no sonó tan desagradable como la última vez, tal vez sonó un poco cariñoso. Si, esa era la palabra: cariñoso.

—Te lo enseñarán en primer año. Mejor que lo sepas, así serás la mejor de tu clase.

—Aún falta mucho para eso.

—No lo creo, sigue practicando.

La escena cambió nuevamente, pero esta vez el escenario era en una habitación. Era una habitación muy oscura, ni un poco de luz podía entrar a iluminarla. Buscando a la persona protagonista de este recuerdo, mi corazón se apretujó. Era yo, pero no del todo bien. Estaba escondida debajo de la cama, llorando desconsoladamente. Mirando más las situación, descubrí por qué fue. Había un pequeño pero profundo corte en mi mano izquierda, que estaba coloreado de color rojo y un poco negro. Tenía ganas de abrazarme, de decir que todo estaría bien. Pero no había nadie aquí, las dos estábamos solas.

Y tal vez toda mi vida siempre fue así.

—¿Mocosa? ¿Estás ahí?—susurraron

Al darme la vuelta, encontré al chico. ¿Por qué diablos no lo podía recordar? Escarbaba en lo profundo de mi cabeza, pero no lo encontraba.

Era como si nunca hubiera existido.

—¿Regulus?

—Si—contestó, acercándose

Willow pequeña salió de su escondite, limpiándose las pequeñas lágrimas que resbalaban sobre sus mejillas.

Ese tal Regulus, al verme, se tensó.

—¿Quién te hizo eso?

—Papá.

Al escuchar eso, mi corazón se detuvo.

—Hablaré con él.

Apretó sus puños.

—No, no—suplicó la niña

—Si—soltó, decidido a irse

—No, por favor...yo me lo tenía merecido.

—¿Por qué dices eso?

—Porque hice algo que no debía.

—¿Qué hiciste, Willow?

—Escuche una discusión entre mamá y papá.

—No importa eso, él no debía.

—Si, él me castigó y eso está bien.

Su voz se elevó en un tono más fuerte, más intimidante. Haciendo que mi pequeña yo se asuste, retrocediendo pasos hacia atrás.

𝗛𝗘𝗔𝗩𝗘𝗡 | bill. weasleyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora