XVIII

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XVIII. TIEMPOS DE GUERRA.

EL SOL YA HABÍA COMENZADO A DESCENDER, dándonos a entender que en unos minutos iríamos a ver a Karkus. Él se había portado maravilloso, hasta nos dió oportunidad de hablar. Parecía que estaba muy interesado en lo que proponíamos. Y bueno, yo también lo estaría si fuera él. Es mejor salir de la sombra a que seguir escondiéndose. Ellos eran buenos, solo que eran incomprendidos. La mayoría era así, solo debían convivir más con la gente del mundo mágico. Y la gente del mundo mágico debería convivir con ellos, así viviremos en paz. Aunque, es peculiar hablar de paz en estos tiempos, se que lo podremos lograr si llegamos a un acuerdo razonable.

La luz siempre vence a la oscuridad, ¿No?

—¿Deberíamos ir, no?—pregunté

—Sí, ya es hora.

—¿Crees que le gustará?—pregunto Bill

—Obvio que si, todos aman las cosas provenientes de dragón—le contesté

—Entonces...vámonos.

Los tres partimos hacia el lugar donde habitaban los gigantes. Lo que llamó nuestra atención, fue que se escuchaban bastantes ruidos fuertes desde aquí. Tal vez una pelea, Maximo me dijo que siempre peleaban. Era una cosa normal para ellos; peleaban por el lugar, la comida, la atención, etc. Por eso no me preocupe ni un poco por esta situación.
Pero luego, eso cambió. Al llegar, noté a varios gigantes pelear entre ellos. Ninguno nos miraba, solo estaban concentrados en quién ganaba la pelea. Sin saber qué hacer, miré a los chicos, en busca de una respuesta. Ellos solo asintieron, un poco desconfiados. Dimos unos pasos adelante y ahí pude ver, vi el desastre. La luz de la luna dejaba ver las cosas que había traído la pelea. El suelo estaba repleto de sangre, que no sabía de dónde provenía. Hasta que seguí el rastro, que fue hacia el lago. Al ver lo que había ahí, me quedé en shock. No supe reaccionar, ni cómo hacerlo. La cabeza de Karkus posaba en el lago, tiñendo las aguas de un color rojo carmesí. Sus ojos estaban abiertos y podía ver como uno de estos aún se movía. Era horrible, una escena inimaginable. Un escalofrío recorrió todo mi cuerpo, llenándolo de pena.

Sin que los chicos se dieran cuenta, me escabullí hacia ese lugar. Tuve que evitar varias veces los enormes cuerpos de los gigantes, que aún seguían luchado entre ellos.

Él estaba muerto, y no sabía qué hacer.

En menos de horas todo se había vuelto un descontrol, uno que nunca imaginé. Íbamos bien, ¿Por qué se debía joder todo de esta manera? Necesitaba respuestas, por eso salí a buscarlas. No me importó tener que casi arriesgar mi vida para que tenga una respuesta. Aunque, siendo sincera, no sabía dónde la buscaría. Pero como siempre, alguna solución va a aparecer. Y la mía fue Maximo. Él estaba en una de las esquinas, tratando de levantar un cuerpo que yacía sobre el piso.

Era el de su hermano menor.

—¡Max!—grité, llamando su atención

Sus ojos estaban llorosos, él lloró.

—¿¡Qué sucedió?!

—El Rey Karkus...mataron...mi Rey Karkus...

—¿Quién?¿Quién lo hizo?

Golgomath...él ahora es el Rey.

«Él quiso matarnos»

¿Dónde está él?

Sus ojos brillaron.

—En el trono de mi Rey Karkus...

—Iré a hablar con él.

𝗛𝗘𝗔𝗩𝗘𝗡 | bill. weasleyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora