VIII.

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VIII. BESO NO TAN BESO.

DESPUÉS DE UNOS CUANTOS gritos pude llamar la atención del famosísimo Magizoologista. Al llegar hacia donde estaba, me vió confundido. Traía puesta su bata y unos pequeños anteojos que adornaban su cara. Y en su brazo había un Bowtruckle que observaba todo con plena atención. No hizo falta decir nada para que él me ayudará. Con solo ver la hinchazón de la pierna del pelirrojo se dio cuenta de lo que estaba sucediendo. El abuelo sacó su varita y llevó a Bill hacia adentro. Paso el pasillo y fue hacia una habitación. Desde aquí pude escuchar la voz de la abuela, que lo llamaba. Pero él no le respondió, solo siguió de largo. Y así llegamos a su pequeño almacén. Ahí tenia distintos libros y pociones. Era su lugar preferido, su lugar secreto. Sacaba y sacaba distintos frascos de los cajones y de las repisas. En un momento, sin decir nada, me observó. Todos los ingredientes estaban en la mesa, tenía que ayudarlo. Eso era lo que quería, así que lo hice. Coloqué el cuerno de unicornio en el mortero junto con los bezoars, para luego dejarlo a un lado de la habitación. Por otra parte, fui hacia uno de los calderos y eche los pétalos más la rama de acónito. Apunte mi varita hacia el caldero y susurré: Lacarnum Inflamarae. Agregué unas dieciséis gotas de onzas de la sangre de Uro y moví la varita en círculos, para mezclar todo homogéneamente. Una vez que la preparación obtuvo un color rosado, coloqué la mezcla del cuerdo con los bezoars. Y por último, volví a revolver todo hasta conseguir una mezcla color rojo sangre.

—Tres minutos—soltó él, sonriente

Era un récord para mí.

Una vez que coloqué todo en un pequeño frasco de cristal, lo llevé rápidamente hacia donde estaba Bill. Su cuerpo yacía sobre una pequeña cama, que en realidad era una mesa. Solo tenía colchas y almohadas por debajo.

—Ábrele la boca y dáselo.

Seguí sus órdenes, pero cuando estaba a punto de hacerlo, me detuvo. Con confusión, lo observé. Él tenía una ceja levantada.

—Así no, ma vie «mi vida»

—¿Cómo?—pregunte, confundida

Nuevamente, levantó sus cejas.

«Por Merlín»

Ahhh, ¿Tiene que ser así?

—Es la única manera que el antídoto entre completamente bien a su organismo.

¿Willow?

—¿Y esta vez no se puede con magia?

Negó, observando a la puerta. Por ahí apareció la abuela, vistiendo un pijama color gris que combinaba con su cabello. En cuanto ella me vió, se abaláncelo hacia mi. Aunque, después poco a poco se separó para dejarme respirar. No había pasado mucho tiempo desde que los vi a ambos por última vez.

—¿Qué te trae por aquí, cielito?

Su mirada se dirigió hacia la mesa.

Oh...trajiste un amigo, esta...¿Esta Muerto?

Si no fuera por su tono, no me daría cuenta que estaba a punto de darle un ataque.

—No, solo lo picó una acromántula.

Ella puso una cara de horror.

—Tiene que darle el antídoto...se va a morir. Tendremos muchos problemas si se muere.

—No se va a morir, ya tenemos listo el antídoto. Solo debe dárselo.

—¿Y qué esperan?

Ella no supo entender, hasta que Newt le hizo una cara. Ahí sonrió, mientras asentía.

𝗛𝗘𝗔𝗩𝗘𝗡 | bill. weasleyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora