II

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II. CAÍDA

UNA VEZ QUE TODOS ESTUVIERON cambiados y con su respectivo protector, salimos hacia afuera. Después de varias súplicas y peticiones de Jackson, acepté de ir con él. Sería mi compañero, mientras que Fleur le tocaba ir con Bill. No me molestaba, pero solo me daba cosa. Estaba creída que iría con Charlie, pero no fue así. Él como se había quedado solo se tuvo que volver a la madriguera, donde allí lo esperaban su madre y hermana. Bueno, nos esperaban a todos. Afuera ya estaba oscuro, no había ni una mísera alma que no seamos nosotros.

—Jackson—lo llamó Bill, desde atrás

El rubio lo observó.

—¿Si, Billie?

—Cuídala mucho—soltó, mirándome

Asintió, sonriendo.

—Siempre.

Todos ya estábamos preparados, habían sólo dos parejas que iban en thestrals. Los demás íbamos en escobas, uno detrás del otro con su protector a su lado. Antes de que Alastor nos dijera que era el momento de salir, miré a Bill. Desde aquí le susurré un: cuídate, te quiero. Él solo sonrió y asintió, mientras miraba hacia aquí. En cuestión de segundos, Ojo loco nos indicó que debíamos salir. Inmediatamente, todos salieron volando con sus escobas. No era el mejor transporte para mi, pero era algo. Cuando me eleve más hacia el cielo, el frío viento me pegó en la cara. Junto a mi lado venía Jackson, con su varita en mano. Antes de venir hacia aquí nos habíamos estudiado el camino que debíamos seguir hacia la madriguera. Era todo derecho, hasta llegar a una especie de monte y doblar a la derecha.

Una cosa fácil, relativamente. Todo iba perfectamente esplendido, hasta que nos adentramos a la oscuridad de una tormenta. Pensé que eran truenos lo que se producía ahí adentro, pero no fue eso. Cuando logramos adentrarnos allí, un remolino de mortífagos nos sorprendió. Todos giraban alrededor de nosotros, mientras tiraban varias maldiciones y hechizos. Lo primero que hice, fue mirar hacia donde estaba Jackson. Él tenía una cara de preocupación, mientras comenzaba a atacar a todos los mortífagos que intentaban matarnos.

Porque eso era lo que realmente estaban intencionados en hacer.

Mi corazón y mi cabeza comenzaron a latir muy fuerte, mientras que esta última buscaba algo que realmente nos ayudara en este momento. Algo que no sea solo defensa, debíamos tener otro plan. Pero no se me ocurrió nada, lo único que hice fue tirar varios hechizos aturdidores y algunos protego maxima para los miembros de la orden del fénix que estaban siendo rodeados por el bando contrario que a toda costa intentaban matarnos sin piedad alguna.

—¡Avada Kedavra!

Escuchar eso hizo que mi corazón se pare por un minuto, y también, que me distraiga. Desde aquí pude ver como un cuerpo comenzaba a caer en picada hacia el piso. Y fue horrible, un dolor se formó en mi pecho. Mis manos comenzaron a sudar, al igual que mi frente. El miedo invadió cada parte de mi cuerpo, haciéndome quedar en shock. Al ver el final del reciente fallecido, sentí pena.

Hasta un poco dolor, le dieron a Alastor Moody. Fue casi a metros de mi, sin que pudiera ayudarlo. Él ahora ya no está.

Esta Muerto, él murió. Ya no existe más.

Mi mente estaba en otro lugar, pero mi cuerpo aún seguía en ese batalla. Y fue así como una maleficio le dio a mi escoba. Sorprendente, no fue uno de los peores. Aunque bueno, ahora que lo pienso si lo fue. Mi escoba comenzó a manejarse sola, mientras intentaba derribarme. Parecía que trataba de domar erumpent en celo. Iba de arriba hacia abajo, a una velocidad inimaginable. Los pelos de mi ahora cabello, comenzaron a pegarse en mi rostro, impidiéndome ver lo que estaba adelante de mi. Desesperadamente, traté de sacar mi cabello y aferrarme a la escoba. Sentía que en cualquier momento saldría volando, y eso me daba mucho miedo. Nunca fui partidaria de las alturas. Se podía decir que era un pequeño miedo que tenía. ¿Imagínense la desesperación de caer metros hacia abajo? A la velocidad que iba parecía que eran doscientos kilómetros por hora. Era algo que ya casi no podía soportar, mis dedos comenzaron a resbalarse de la madera de la escoba. Parecía que estaba repleta de manteca o aceite, porque no me dejaba sostenerme ni un poco. Y así, lo que más temí, sucedió. Mi cuerpo cayó de la escoba y comenzó a descender con ferocidad y rapideza. Veía todo en cámara lenta, mientras mis pelos volaban y mis ojos observaban toda la lluvia de luces que había por encima de mi. Aunque era de noche, comencé a divisar el suelo. Cada vez estaba más cerca de chocar contra el, de darle un beso que posiblemente terminaría conmigo. Mi varita por la velocidad en la que iba cayendo, se me resbalaba de las manos. Me impedía realizar un arresto momentum. Era impresionante la cantidad de emociones que sentía en ese momento. La desesperación y el miedo eran los que más se apoderaban.

𝗛𝗘𝗔𝗩𝗘𝗡 | bill. weasleyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora