𝗛𝗘𝗔𝗩𝗘𝗡 | bill. weasley

VI

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VI. OJOS DE ENAMORADO.

LAS FACCIONES DEL PELIRROJO se endurecieron, dejándome sin habla. Por un momento se separó de mi, y me miró fijamente hacia los ojos. Yo de igual manera, mantuve el contacto visual. Ninguno de los dos dijo nada, ni si quiera respiro. Él después soltó un profundo suspiró y acercó. Inesperadamente, me abrazó. Fue un abrazo dulce y fuerte, que me dejó más que sin habla. Pensé que se lo tomaría mal, demasiado mal siendo él. Pero veo que no, él trata de ser un poco, ¿Comprensivo conmigo? . Algo que no logro entender, porque yo en su lugar actuaría de una manera completamente distinta. Creo que primero de todo me enojaría, sentir que le abriste las puertas a una persona que termina compartiendo sangre con el asesino de tu familia, no es lindo. Y tampoco te lo esperas, te toma como sorpresa. Tanto él menos yo esperé esto. Aún tengo la tonta ilusión de estar soñando.

Todo sería más fácil si fuera así.

—No te vayas—suplicó, acariciando mi espalda con movimientos suaves

—Pero...no puedo...yo me siento mal.

—Shhh—me calló—Tus padres no te definen. ¿Escuchaste? Lo que hizo ese tipo no tiene nada que ver contigo, ¿Si? Para mi siempre serás Willow...esta vez multiapellidos.

No dije nada, solo me quedé abrazándolo.

—¿Me escuchaste, salamandra?

Él se separó de mí, para poder observarme.

—Bill...no puedo. Siento culpabilidad aunque sé que no fue mi culpa.

—No te culpes por algo que no es.

—Es inevitable no hacerlo.

—Puedes intentarlo—rebatió

—No lo sé...

—Yo lo sé, sé que puedes. Porque te conozco.

—¿Cómo me vas a conocer si ni siquiera yo lo hago? Estoy descubriendo cosas...cosas que no sabía ni nunca pensé que lo haría.

Se quedó callado.

—No eres igual que Dolohov.

Suspiré, tratando de terminar de regularizar mi respiración.

—Si...pero me da miedo saber que compartimos la misma sangre.

—¿Por qué?

—Porque temo en convertirme en alguien como en él...en un asesina—revelé

—Te aseguró que no será así.

—No sabes eso...yo no quiero lastimarte. A ti y a nadie que me rodee.

—No lo harás, te lo prometo. No dejaré que te vayas por ese lado, nunca.

—¿Dónde está Bill y qué hiciste con él?

William rió, mientras se levantaba del piso.

—Sonríe, salamandra. Así te ves más linda.

Fue inevitable no sonreír.

—Así me gusta.

Lentamente, comenzó a separarse.

—¿Quieres ir a caminar?—preguntó

—Está bien.

Él tomó mi mano, y me obligó a caminar. Fue raro, pero no lo evite. Antes de comenzar el trayecto, me retire los zapatos. Después, ambos comenzamos a caminar por la arena, que estaba más húmeda. Había pequeños caracoles que se incrustaban en mis pies. Pero no era doloroso ni desagradable. Este lugar hacía que me sienta un poco mejor.