XXI

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XXI. BÓVEDAS.

SI PODRÍA VOLVER EL TIEMPO hacia atrás, definitivamente lo haría. La actitud de William Weasley hacia mi cambio radicalmente en menos de veinticuatro horas. Ya ni si quiera me dirigía la palabra, me ignoraba. En todo aspecto, desde lo más mínimo hasta lo más grande. Cuando tenía la intención de acercarme o intentar arreglar las cosas entre nosotros, él se escabullía como rata en alcantarilla. Era horrible, de los buenos momentos que pasamos a tener ahora solo quedan más que recuerdos que flotan en forma de particular sobre el aire. Ahora, los pequeños momentos que llegamos a tener juntos están llenos de una atmósfera horrible, tensa y oscura. Ni el mismísimo Jackson logra que el ambiente sea menos tenso. Y eso que él es lo que más nos hace reír aquí, pero esta vez no. Esta vez me equivoqué, y será muy difícil que las cosas vuelvan a hacer como antes.

Si es que eso es realmente posible.

Después de presenciar la segunda prueba del niño que sobrevivió alias: Harry Potter, que por cierto, fue muy exitosa. Nos fuimos a trabajar, ya era hora de hacerlo. Tenía toda la información que necesitábamos para entrar a las otra tres bóvedas que nos quedaban. Por eso creo que fue más fácil entrar a la del miedo. Esta estaba ubicada detrás de un librero en la sección prohibida de la biblioteca. ¿Cómo lo supe? Bueno, leyendo un poco y conectando las dos piezas que habíamos encontrado en la bóveda del hielo maldito, que era una varita rota y un libro.

—Jack—lo llamé

Él me observó.

—¿Si, Willowbie?

¿Podrías decirle a tu compañero que preste atención sobre lo que digo?

Hizo una mueca, observando a su amigo.

Hace aproximadamente media hora estaba hablando de las cosas que podrían haber ahí adentro, y de la forma de enfrentarlas sin salir lastimados. Era bastante interesante, debería serlo para él. Pero no, había cierto pelirrojo que solo estaba en su burbuja, sin prestar atención. El único que lo hacía era el rubio, que por más que se perdió al comienzo, siguió prestando atención atentamente y feliz.

—Bill, escucha lo que dice.

El pelirrojo observó a su amigo e hizo una mueca. Me ignoró, ni si quiera me miro.

—Dile a tu amiga que no me moleste.

Si quería hacer enojarme, lo estaba logrando.

—¿Disculpa?—espeté, enojada

—¿Tienes los oídos tapados o qué?—contestó, observando el suelo—Dije que te calles.

Jackson hizo una mueca y comenzó a separarse lentamente de nosotros. Obviamente, con la intención de escapar de la próxima tercera guerra mundial que se aproximaba en menos de un minuto.

—¿Y tú desde cuándo me mandas a mi?

El pelirrojo rió.

Eso hizo que mi sangre hierva a todo vapor.

—Estoy intentando ayudar, esta información nos sirve. No me leí más de diez libros ayer  para que tú simplemente me ignores.

—Nadie te pidió que lo hagas, Dumont. Con o sin tu ayuda podríamos haberla encontrado.

—Mentira, la cabeza no te hubiera dado para tanto. Ni si quiera estás ayudando en la misión...te las pasas así porque...

Ahí me observó, levantando ambas cejas.

—Te olvidas que nosotros dos estuvimos antes de que tú llegarás—habló, refiriéndose a Jack—No pienses que cambió algo porque vinieras. Sin tu patética y absurda ayuda pudimos encontrar más de veinte pirámides y secretos en Egipto. No te necesitamos, el equipo no te necesita.

𝗛𝗘𝗔𝗩𝗘𝗡 | bill. weasleyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora