𝗛𝗘𝗔𝗩𝗘𝗡 | bill. weasley

XII

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XII. CAÍDA DEL FÉNIX.

EL CIELO ESTABA OSCURO, era un día penumbroso. Estaba lloviznado y había niebla por doquier. Desde la pequeña ventana del pasillo no se podía ver ni un alma viva. Los pasillos estaban vacíos, los alumnos de Hogwarts prefirieron quedarse aquí en vez de aprovechar su salida de fin de semana. Y bueno, yo también lo haría. Desde que me levanté esta madrugada tuve un mal presentimiento. Más con estas últimas cosas que pasaron estos días. El señor tenebroso esta avanzando, y de manara muy drástica. Sus aliados atacan todos los días sin cesar. En estos tiempos ni tu propio hogar es seguro. Ellos podían ir hacia tu casa y raptarte, como lo hacían con la mayoría. O también estaba la otra opción, que era la peor de todas. Ellos te mataban, de la manera más cruel e inhumana que existía en todo este mundo.

—Willow—una dulce voz se escuchó

Al darme vuelta, encontré a la rubia de la otra vez. Era la amiga de Ginny, si no me equivocaba. Bueno, en realidad de casi todos.

Parecía dulce e inocente.

—Luna—saludé, sonriente—¿Pasa algo?

—¿Has visto mis zapatos?

Negué con mi cabeza.

—No, ¿Por qué?

—Porque los Nargles lo escondieron.

—¿Nargles?—pregunte, confundida

—Si...son criaturas que roban las cosas de las personas, y también infestan los muérdagos.

¿Era una nueva criatura que no conocía?

—Oh, entonces no los vi.

Bill también apareció, saludando con un pequeño asentimiento de cabeza a la chica, rubia de ojos claros. Luna se quedó ahí, observándonos. Ninguno dijo nada, fue un poco, bastante, incómodo.

—Bueno, gracias—ella hizo una mueca—Dejaré de robar su tiempo. Son demasiado amables para decir que me vaya.

—Adiós, Luna. Si veo tus zapatos te los guardo. Y bueno, también hablaré con los Nargles. Le diré que dejen de robarte las cosas.

—Gracias, eres afable.

Ella se fue dando pequeños saltos.

—¿Nargles?—preguntó él, confundido

—Son unas criaturas nuevas.

Él rio, acariciando mi espalda.

—¿Ah, si?

—Si, ¿De qué te ríes?

—De nada...solo creo que esos Nargles me robaron algo—murmuró—Mejor dicho, creo que tú eres una de esas criaturas.

Entonces, tal vez si eran ¿reales?

—¿Por qué?

Ambos comenzamos a caminar por los pasillos. Si no me equivocaba estábamos por la zona de la sala común de Hufflepuff. Me habían dicho que estaba escondida detrás de un cuadro de naturaleza muerta, cerca de la cocina. Gracias a Jackson ya habíamos explorado este último lugar. Más de cien elfos domésticos eran los que trabajaban ahí.

Hacían comida riquísima.

—Porque tu robaste mi corazón.

Inevitablemente, sonreí.

—Tú también robaste el mío, Weasley.

Se detuvo, haciendo que lo mirara.

—¿Pasa algo?