☼︎𝑽𝒆𝒊𝒏𝒕𝒊𝒕𝒓𝒆́𝒔☼︎

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-Dígame.- Volkov frunció el seño e inspeccionó a Horacio de pues a cabeza, puesto que el pensaba que había pasado algo con su herida- ¿Le duele algo?.-

-No, o sea si, pero no es eso.-

-Entonces, ¿Qué pasa?.-

-No tengo las llaves de mi apartamento, están en la comisaría.- cerró los ojos

-Joder Horacio, asusta.-

-Disculpe Comisario, pero como me quedaré en mi casa si no tengo llaves.- cuestionó el menor.

-Se quedará en la mía, tengo a alguien que le hará compañía.- explico el ruso.

-No, mejor regresemos a comisaría, me deja allá, cojo las llaves y Gustabo me trae a mi departamento.- A Horacio le había cambiado el semblante tras oír qué el comisario tenía a alguien en si departamento y que ese alguien también se quedaría con el haciéndole compañía. El crestas de cierta forma se había sentido un poco celoso.

-Tranquilo Horacio, la guapa que está dentro le hará compañía con mucho gusto.- Volkov ayudo a Horacio a caminar a su departamento, al llegar ahí puso a Horacio pegado a la pared para que se recargara mientras que el buscaba las llaves para abrir la puerta.

-Comisario, en serio, no es necesario causar molestia, puedo regresar a comisaría sin ningún problema, Gustabo me traerá al terminar su turno.-

-Horacio ya le dije que no, aparte a la pequeña de dentro la hace falta un poco de compañía.- saco las llaves de su pantalón y abrió la puerta, para después ayudar a Horacio a pasar.- venga, por aquí, con cuidado.

Al abrir la puerta y pasar a la sala, se dejó ver a la pequeña gatita jugar con una camisa de Volkov, la cual al ver que su dueño había llegado se bajó y fue hasta el.

Volkov la hizo a un lado con mucho cuidado, y ayudo a Horacio a sentarse en uno de los muebles de la sala. Cuando el menor estaba sentado y Volkov se aseguro de que no se caería, el mayor caminó hasta la pequeña gatita, se puso de rodillas y empezó a acariciarla.

-Hola guapa, que tal, ¿Cómo estás?.- decía Volkov mientras seguía acariciándola.

Horacio estaba anonadado, jamás había visto al comisario hacer algo así, era la primera vez que lo veía así de contento y con una gran sonrisa; el menor se sintió la persona más boba del mundo al darse cuenta de que cuando Volkov había dicho que alguien le haría compañía, se refería a la pequeña gatita.
El ruso se separó de la pequeña y se puso de pie, poniéndose de frente a Horacio.

-¿Quiere un vaso de agua? ¿Vodka? ¿Algo?.- pregunto el mayor.

-No, estoy bien Comisario, muchas gracias.-

-Bien, pues le presento a esta pequeña, aún no tiene nombre, así que solo le digo pequeña o apodos así, ella es la que le hará compañía.-

Horacio hablo a la pequeña gatita haciéndole señas con las manos, y la mencionada fue gustosa con el menor para recibir mimos.

-¿Por qué aún no tiene nombre?.- preguntó el menor.

-A decir verdad no me he tomado el tiempo debido para buscarle un nombre que me guste, que le guste a ella y que tenga un significado igual de lindo que la pequeña - explicó Volkov subiendo ligeramente los hombros.

Horacio no estaba tan seguro de lo que iba a decir, pero aún así lo soltó.

-Yo podría ayudarle con eso, claro, si usted lo permite, esta cosita linda debe tener un nombre.-

-Claro que puede ayudarme con eso, estaría más que bien.- sonrió- bien, pues me tengo que ir a trabajar, le daré mi computadora y ahí está el control remoto, la pequeña tiene comida y agua en sus platos, así que no tiene porque preocuparse. Hay agua y los vasos están en la parte de arriba, en la puerta pequeña de la derecha, por si le da sed.- hablo mientras iba a su cuarto por la computadora para entregársela y que de alguna manera no se aburriera.

-Muchas gracias comisario, disculpe las molestias, en verdad.-

-No es nada, me voy, pase una linda tarde con la pequeña, y no se le olvide el nombre.- dijo para después salir por la puerta, cerrándola con cuidado para no hacer ruido.






ᴠᴏʟᴋᴀᴄɪᴏDonde viven las historias. Descúbrelo ahora