Habían llegado a su destino, el super los había dejado en la puerta del edificio y ellos habían tomado el elevador, el cual los hizo esperar unos cuantos minutos.
En ese tiempo, la nariz de Volkov había comenzado a sangrar de nuevo y él ni se había percatado de eso.Horacio se dio cuenta y se preocupó.
-Viktor, tu nariz.-
El ruso se sorprendió, no por qué su nariz sangrara, si no porque le gustaba mucho que su nombre saliera de los labios de Horacio.
-Viktor.- Horacio movió un poco al ruso con el brazo, haciendo que el mayor respondiera.
-No se preocupe, llegando a mi casa me limpiaré.-
El ruso no se encontraba para nada asustado o preocupado por su sangrado.
-Venga, no lo harás solo, te ayudaré al fin y al cabo aún es temprano.-
Horacio se había auto invitado a la casa del mayor y al mayor no parecía molestarle, sin embargo quería que el cestas descansara.
-No es necesario Horacio, de verdad, estoy bien, eso parara de sangrar.-
-No fue pregunta, anda, vamos.- el elevador había llegado, bajaron personas y después subieron ellos dos solos.
Marcaron el piso y tardaron poco en llegar, el primero en salir del elevador fue Horacio, quien camino directamente a la puerta del ruso, se paró frente a ella esperando a Volkov para poder pasar.
El mayor apresuro su paso y abrió la puerta, dejándole así paso a Horacio para poder pasar.
Una vez los dos dentro, Horacio sentó en el sofá a Volkov y pregunto por su botiquín, al saber en dónde estaba; se dirigió a buscarlo, cuando lo tuvo en sus manos lo abrió y asombrado preguntó.
-¿Cuándo se te acaba el vodka tomas de este alcohol? Dime para buscar una cura, eso está mal- comento alzando la botella de alcohol etílico que Volkov tenía a menos de la mitad.
El ruso rio un poco pero no duró mucho ya que sus costillas dolían y el menor no tardo mucho en darse cuenta.
-Para nada, eso sabe muy feo, y no lo bebo, a veces me curo algunos raspones de códigos tres, en los cuales a veces me toca hacerme el héroe y salvar a Greco, él come suelo cada que puede.- sonrió
Horacio rio un poco, y Volkov se sintió especial de alguna manera.
-Bueno, te limpiaré - el crestas saco del botiquín algunos pedazos de algodón de la bolsa que había ahí y los mojó un poco con el alcohol que tenía en sus manos.
Se acercó al ruso para poder limpiar la sangre que tenía seca.
-No fue mucha sangre, la enfermera dijo que estarías bien, ella es la experta-
Volkov no respondió puesto que se había embobado con la cara del cestas, nunca se había tomado el tiempo de verlo detenidamente, sus ojos, sus labios, su nariz tan pequeña, alguna que otra peca que se le asomaba, estaban tan cerca que le podía ver hasta la más mínima imperfección, pero Viktor no le encontraba ninguna.
Horacio se dio cuenta de que lo miraba mucho, así que se apartó para tomar un poco más de alcohol y poder seguir limpiando su nariz, estaba sumamente nervioso.
Una vez tuvo el algodón empapado en alcohol, se acero nuevamente a la cara del ruso para seguir limpiando los restos de sangre que quedaban.
El mayor fijo su mirada en los labios del menor, no eran muy gruesos pero tampoco eran tan delgados, eran una perfecta mezcla de los dos tamaños a eso se le sumaba el perfecto color rosa que tenían, Volkov se preguntaba a qué sabrían.
Los dos estaban a escasos centímetros, los dos tenían ganas de probar los labios del contrario, así que poco a poco se fueron acercando hasta unirlos.
Era un beso tierno, un tanto torpe, puesto que ninguno de los dos sabía cómo iba a reaccionar el otro, poco a poco fueron tomando confianza, tanta que de un momento a otro el beso dejo de ser torpe, habían cogido ritmo.
Volkov tomo a Horacio de la cintura, haciendo que de alguna manera se sentara sobre su regazo, pero el menor paró todo al escuchar un quejido de Volkov, su cuerpo dolía.
El moreno decidió bajarse de encima y se colocó a un lado, estaba más rojo que un tomate y el ruso no se quedaba atrás, había quedado fascinado con el dulce sabor a cereza que tenían los labios de Horacio.
Estaban avergonzados, ninguno sabía porque había actuado así, simplemente se habían dejado llevar y ninguno de los dos se arrepentía de lo sucedido.
Pasados minutos Volkov decido hablar.
-¿Te ha quedado sabor a alcohol en la boca?-
Horacio un tanto nervioso le contestó.
-Si, un poco, con razón no lo bebes.- el menor trato de responder de una manera graciosa, para no crear incomodidad.
-Ven, te lo quito- Volkov no sabía que dónde había sacado el valor para decir algo así, pero sin duda la cara de Horacio lo tranquilizó.
Horacio se acercó sin pensarlo dos veces y volvió a besarlo, era un beso tierno y corto, al separarse el menor siguió limpiando la sangre que le quedaba en la nariz al ruso, los dos tenían una enorme sonrisa.
Al acabar el crestas tiro todos los algodones sucios a la basura y puso el botiquín ya ordenado en su lugar.
-Es todo por mi parte, supongo que estarás bien- Horacio se paró frente a Volkov.
-No te vayas, Kira se pone triste-
La gatita no se había asomado al salón hasta que el mayor la mencionó.
-Hola pequeña, que tal.- Horacio se agachó para poder acariciar a la gatita.
-¿Ves?, Ya te ha visto, ahora no te puedes ir, se pondrá triste-
-Volkov, Kira no se pondrá triste, ¿Verdad que no Kira?.- hablo mientras le hacía mimos a la pequeña gata.
-Si ella no se pone triste lo haré yo- el mayor hablaba en serio, la presencia de Horacio le gustaba más de lo que podía pensar.
-Bien, no me gustaría que estuvieras triste- Horacio se paró frente a el y Volkov le sonrió.