Gustabo ya se encontraba bien del todo, no se había querido quedar en la camilla así que salió a la sala de espera a sentarse junto a Volkov y a Greco.
-Que pasa, les como el culo.- habló Gustabo.
-¿Disculpe? Que coño le pasa, estamos en el hospital por Moussa, cállese.- Volkov estaba cansado, llevaba ya muchas horas de servicio y solo quería descansar, claro; no sin antes saber el estado de su oficial.
-Ya está, ya está, solo trato de aligerar el ambiente, no pasa nada Volkov.- Greco estaba también cansado pero entendía que estaban muy serios y que había que quitar un poco esa cara.
-Cállese Greco, estamos en el hospital con alguien que tal vez esté luchando por su vida, no es momento, que coño les pasa.- Horacio sin embargo, se había enojado por el comentario de su amigo rubio y claro que también por el del Comisario Greco, tratando de restarle importancia al de Volkov.
-Un poco de respeto hombre, que soy su superior.- hablo Greco
Volkov solo se levantó de la silla y fue directo a la cafetería, para poder conseguir un café, en todo el día que llevaban se había olvidado hasta de tomar agua, así que una hora más así y se desmayaba ahí mismo. Así que optó por ir a la cafetería del hospital y comer algo.
El crestas lo había seguido, quería entablar una conversación con él y también quería preguntarle cómo había visto su actuación en el operativo improvisado que habían tenido, pero al llegar a la cafetería el ruso ya no estaba, así que decidió ir de nuevo a la pequeña sala de espera que había fuera de el quirófano, para esperar noticias sobre Moussa.
Unas horas después salió la doctora Sara a explicarle a los agentes ahí presentes que Moussa estaba fuera de peligro y que solo bastaba con que descansara ese día en el hospital, para poder tratar rápido con algún problema que surgiera después de la cirugía. Horacio sintió un peso quitarse de encima al saber que su compañero estaba bien. Así que decidió decirle a la doctora que si podía revisarlo, ya que sentía que le decía una parte de la costilla, tal vez solo fuera un moratón dado que tenía pues el chaleco antibalas.
-Emm, doctora, quería ver si era posible que usted me revisara, siento una molestia en la parte de la costilla derecha, y quería saber si podía tratarme.-
-Claro que si, pasa a ese cuarto de ahí, por favor quítate el chaleco, la camisa y espérame ahí.- la doctora le dio las indicaciones y entro a un pequeño cuarto, el crestas supuso que a atender a alguien que había llegado antes de él, pero no le importaba; él entendía y lo suyo no era de urgencia.
Una vez pasó al cuarto se quito el chaleco y después la camisa, pero al tener la camisa en la mano y el chaleco en el suelo se dio cuenta de que no estaba solo.
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Volkov había visto buena idea meterse a un cuarto que tenía al lado para poder descansar un poco, así que se quitó el chaleco y solo quedó en un camisa muy delgada de color negro. Llevaba un rato ahí hasta que vio la puerta abrirse dejando entrar a un moreno quien se encontraba quitándose las prendas que llevaba en el torso.
Al darse cuenta de la presencia de Volkov este solo se trató de sobre poner la camisa para tratar de ocultar su abdomen, pero acabo siendo un intento fallido dado que el ruso ya había visto todas las pequeñas cicatrices que este poseía.-Coño, en verdad disculpe comisario, no sabía que el cuarto estaba ocupado, una disculpa.- Horacio se encontraba un tanto apenado, ya que pudo haber visto otra cosa que no debía o algo dele estilo.
Volkov no decía nada, solo se había quedado quieto en su lugar, viendo todos los movimientos del cresta, se había puesto a verlo detalladamente; no era alguien muy fuerte pero tampoco era tan flaco, de tez un morena y con pecas en los hombros, tenía tatuajes los cuales le habían dado curiosidad, saber si tendrían algún tipo de significado o algo. El de cabellos grises lo miraba como si fuera lo mejor que había visto jamás, pero rápido apartó su mirada, no quería incomodar.
-No pasa nada subinspector, no debí tomar este cuarto como uno de descanso, culpa mía, con permiso.- se levantó y salió del cuarto para sentarse otra vez con Greco.
Horacio se había dado cuenta sobre como lo había visto y ahora solo tenía intriga sobre que estaba pensando el comisario al verlo sin camisa y un tanto nervioso.