♔︎𝑇𝑟𝑒𝑖𝑛𝑡𝑎 𝑦 𝑜𝑐ℎ𝑜♔︎

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Habían dado exactamente las cinco de la tarde, y Volkov estaba fuera del departamento de Horacio tocando la puerta.

Horacio iba tarde a la junta, tan tarde que Volkov había llegado antes que el, al no verlo se preocupo y regreso a su departamento de nuevo, poniéndose frente a la puerta mientras le escribía mensajes, al ver que no contestaba empezó a tocar la puerta un tanto desesperado.

El ruso dejo de tocar y comenzó a llamarle por teléfono, era la sexta vez que llamaba, iba a colgar hasta que escucho la voz adormilada de Horacio.

Se había quedado completamente dormido y se le había pasado la hora.

-¿Quién habla?- pregunto Horacio, puesto que no había revisado quien llamaba.

-Joder Horacio, que puto susto, pensé que le había sucedido algo-

Horacio no entendía a qué se refería, se quedó callado unos segundos hasta que recordó la reunión.

-Hostia, Volkov ahorita no, tengo una reunión- el menor colgó el teléfono.

El ruso decidió esperarlo afuera para llevarlo a la reunión, en donde era seguro que el superintendente los esperaba con el regaño de su vida junto con un par de porrazos.

Al cabo de media hora, Horacio salió de su departamento, chocando con Volkov.

-Mierda- pego un brinco.

El de pelo gris solo rio al ver el pequeño susto que le había causado al menor.

-Volkov avisa cuando estés fuera de mi departamento, me has pegado un susto que flipas-

-Ya, lo he visto, disculpa. Nos están esperando, por si aún no has visto, son las seis, debemos apurarnos si no quieres más porrazos de los que ya tienes ganados-

Horacio prendió la pantalla de su móvil y se dio cuenta que en verdad era muy tarde.

Se apresuro a cerrar su departamento y camino rápidamente al elevador, en donde se quedó parado esperando a Volkov.

-Vamos Volkov, mueve ese culo, de por sí vamos tarde- hablo en menor, a lo cual el ruso solo asintió y camino hacia el. 

Marcaron el último piso el cual era el estacionamiento, Horacio iba a su auto cuando Volkov lo jalo de un brazo hacia donde estaba su auto.

-Vamos en el mío, aún estás dormido -

Horacio asintió y camino rápido hacia el auto del ruso, en donde los dos se metieron rápidamente y se colocaron el cinturón.

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Al llegar estacionaron el auto y bajaron rápido de el, metiéndose a la comisaría y caminando directo al despacho del superintendente.
Entraron sin tocar, y una vez dentro se esperaban lo peor como gritos y porrazos, pero no paso así, en lugar de eso, se encontraron a un Greco y a un Conway con cara de preocupación, tratando de contactar con alguien por la radio, Horacio notó que no eran las mismas radios marcadas que tenían en el cuerpo policial, sino que eran de las que se podían comprar en las tiendas.
A Horacio se le hizo raro que el único que faltará fuera Gustabo.

La pareja que había llegado tarde se sentaron uno en cada silla que se encontraba al rededor de la gran mesa.

Greco se acercó y también se sentó, cruzo las manos en la mesa y hundió totalmente su cabeza en ellas. 

Ninguno de los dos quería hablar, los dos; Greco y él superintendente se veían muy preocupados y estresados.

Horacio no había prestado atención a lo que decía el super, de hecho ninguno de los lo había hecho, así que el menor se quedó quieto escuchando a quien llamaba el super.

-Gustabo, ¿Me escuchas?- hablaba por la radio y en ella solo se escuchaba interferencia- Joder Gustabo, manda 10-20, vamos cagando hostias- grito el super.

Horacio se quedó frío al escuchar a quien buscaban, estaba claro que era a su mejor amigo, estaba confundido y de alguna manera también se había llenado de preocupación.
Volkov al igual que el menor también se había puesto a escuchar a quien buscaban, y fue cuando entendió el porque Greco estaba así, esos dos de llevaban muy bien.

Volkov se paró y justo cuando se dirigía a Greco se escuchó algo por la radio.

-Granero- se escuchó a Gustabo para que después se escuchara un disparo.

ᴠᴏʟᴋᴀᴄɪᴏDonde viven las historias. Descúbrelo ahora