Volkov, Conway, Horacio y algunos hombres de Jowy aún seguían avanzando, todos tenían impactos de bala en los chalecos pero seguían en pie.
Al llegar al último piso procedieron a entrar con cuidado, pues este no estaba del todo terminado, así que no tenía techo ni mucho menos paredes a los lados.
Nadando y Yun se asomaron junto con Greco, Volkov se acercó un poco y se mantenía apuntado en todo momento a Nadando, mientras que Conway se encontraba apuntando a Yun.
Horacio se encontraba detrás de ellos.
-Vale, aquí estamos, miren, está sano y salvó, con un tiro en la pierna pero nah, creo que no le dimos en el hueso- sonrió
Yun aventó a Greco y lo puso en frente de ellos dos, en medio de todos.
-Tiren las armas y pónganse de rodillas, si lo hacen no acabaran en una caja de madera, enterrados a metros bajo tierra-
-Cómeme los huevos viejo- Yun se mantenía apuntando a Greco en todo momento.
-Si no bajan sus armas tendremos que jugar para poder relajarnos- Nadando tenía una revolver en su cintura, la cual tomó y abrió el tambor en donde se alojaban aquellas balas de color dorado.
Saco todas las balas dejando una en la recamara, para así dar vuelta al tambor y regresarlo a su lugar.
Volkov empuño su arma con fuerza en cuanto vio a qué iban a jugar.
Nadando puso la pistola en la cien de Greco, quitando el seguro y disparando, este había sido un susto, puesto que no había salido ninguna bala.
Greco cerro los ojos y al ver que no había bala los abrió.
-Volkov, prométeme que hablaras con Horacio y le dirás lo mucho que le quieres-
Nadando apunto otra vez y apretó el gatillo, otra vez ni había bala.
-Prométeme que tratarán de ser felices y que se hará la cena que tanto querían- murmuro el barbas
Nadando de nuevo disparo otra vez, Greco seguía corriendo con la suerte de que no hubiera bala.
-Se que serás fuerte, enfócate en lo que te hará feliz, cuida de la gatita, cuida de Horacio. Cuida a todos los de el cuerpo, y recuerda siempre, siempre que te quiero muchísimo y que siempre serás el mejor amigo que tuve- sollozo
Nadando disparo por cuarta vez, y para la desgracia de todos, esta vez si había bala. El cuerpo de Greco callo inerte sobre el sucio y frío suelo.
Volkov se había quedado en shock, al punto de caerse de rodillas.
Horacio al ver que Nadando iba a apuntarle a Volkov, disparo primero, dándole entre ceja y ceja, y viendo también como caía al suelo.
Yun comenzó a correr hacia una esquina, al ver que no tenía como saltar se giró lentamente, Volkov se levantó y empuño se nuevo su arma, la ira lo consumía.
Así que Conway y Volkov comenzaron a dispararle a Yun, vaciaron todo su cargador en él para después ver cómo caía del edificio.
El ruso se acercó rápido a Greco y se tiró en el piso, poniendo así la cabeza de su mejor amigo sobre sus piernas. Estaba llorando, se encontraba totalmente desconsolado.
Conway estaba igual, se había puesto de rodillas y había pegado su cabeza al fío suelo, llorando también.
Horacio seguía sin creer que habían matado a un amigo enfrente suyo, estaba en shock, simplemente su cerebro no carburaba aquella situación.
-Vamos Greco, vamos, por favor, no me dejes, no lo hagas por favor- Volkov gritaba desconsolado, no quería que su amigo se fuera, no así
En ruso lloraba fuertemente mientras acariciaba la cara de amigo.
-Llamen a una ambulancia, por favor, háganlo- suplicaba, sus manos se encontraban llenas de sangre, trato de tomar el pulso de Greco pero no lo encontró- Greco, te prometo que haré todo lo que dijiste, por ti - sollozó - te quiero muchísimo y siempre te recordare como el mejor amigo que tuve nunca, buen servicio. Descansa. - se dio por vencido
Sus manos temblaban, su cuerpo sudaba frío y simplemente quería que fuera un mal sueño, tenía la esperanza de que fuera una pesadilla.
Horacio se acercó a Volkov y lo abrazo fuertemente, los dos seguían llorando, el crestas acariciaba la cabeza del mayor, tratando de calmarlo.
-Ya está, se fue, ya esta en paz, lo lamento muchísimo- murmuro Horacio por lo bajo, tratando de consolar un poco
Pero sus esfuerzos eran en vano, nada, absolutamente nada podía quitarles ese dolor de perder a una persona así de especial.
-No era su hora Horacio, no tenía que irse así, no así- lloraba
Todos estaban desconsolados, los hombres de Jowy habían bajado para pedir una ambulancia, los policías y los SWAT no tardaron mucho en llegar.
Todos fueron trasladados al hospital, y algunos a la morgue.
La tristeza se podía palpar, habían perdido al mejor comisario, entregado, bueno, servicial, una persona de diez que se ganaba el respeto de todos. Era algo para lamentarse.
