Capítulo 41 - Fiebre y terror

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Oh por Dios, oh por Dios, ¡¿ya vieron el trailer de la nueva temporada de Hetalia?!, no saben la emoción que sentí cuando lo vi a Portugal <3
A veces siento los nervios de que ya estoy creciendo y madurando en ciertos aspectos de mi vida (ya saben, uni, 18, etc), pero luego me doy cuenta de que sigo fangirleando por este tipo de cosas y se me pasa jajaja

Ay, que recuerdos cuando en 2015 entré al fandom, no puedo creer cuanto tiempo ha pasado. Y ahora que estamos llegando a fin de año, ¿pueden creer que este fanfic está a punto de cumplir 2 años? Muchas gracias por continuar aquí y siempre apoyarme con sus comentarios, seremos poquitas, pero a veces no se qué he hecho para merecer tanto amor.

Como siempre, espero que este capítulo le guste mucho. Las quiero demasiado y nos vemos el próximo año, causitas. Tengan lindas fiestas <3

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Ella se quedó estática en su sitio. Las palabras del ruso resonaban en su cabeza una y otra vez. Comenzaba a asustarse por el hecho de que supiese, no solo su nombre, sino que también su apellido. ¿Acaso ella también lo conocía pero no recordaba quién era? ¿Acaso Natalya ya se había encontrado con él pero se habían separado? ¿Acaso Matthew le había hablado de ella? ¡¿Qué demonios estaba pasando?!

—Hay que irnos antes de que se acerquen más— dijo el ruso acercándose al asiático para observarle de más cerca la herida. La chica desvió su mirada hacia los infectados de los cuales habían escapado y, en efecto, estaban cada vez más cerca.

—Resguardémonos en algún lado. Hay que cubrir su herida para que no se vuelva a infectar— mencionó ella sintiéndose un poco hipócrita, pero no era momento ni de lamentarse ni de disculparse. Eso lo haría luego. Ahora solo debían escapar.

Ambos hombres asintieron a la vez. Cuando Ivan la había detenido, notó que ella no había puesto resistencia, ¿de verdad había hecho aquel corte para salvar al asiático? Solo había una forma de averiguarlo.

Los tres supervivientes comenzaron a correr nuevamente alejándose así de la horda de muertos. Empezaron a tantear entre calles y callejones intentado buscar algún sitio un poco más escondido. Y en medio de una callejuela, la puerta de una de las destruidas casas estaba abierta.

—Por aquí— dijo el asiático ingresando con cuidado y en silencio.

Los tres jóvenes entraron en el lugar cerrando la puerta a sus espaldas. No se escuchaba absolutamente nada, y una vez el ruso hubo cerrado la puerta con pestillo, la oscuridad consumió todo.

Detrás de ellos pudieron escuchar como por la calle corrían cientos de infectados pasando por alto la puerta tras la cual se habían escondido. Definitivamente los seguirían 'persiguiendo' hasta olvidarse de qué hacían corriendo.

Antes de que un evento desafortunado ocurriese en la oscuridad y el desconocimiento del lugar al que habían ingresado, [Nombre] sacó de su cangurera la linterna que siempre cargaba y la encendió, iluminando el interior de la construcción. No había nadie más que ella y los dos hombres a sus lados. Probablemente la casa había sido abandona ya hace mucho tiempo. O eso daba a entender aquella área.

Estaban en lo que parecía ser una sala de estar que tenía una cocina integrada al lado derecho. En la pequeña separación entre ambos ambientes había un pasillo que se perdía en la oscuridad de la noche, el cual debía llevar hacia las habitaciones y probablemente también a un segundo piso. [Nombre] alumbró bien la zona en la que estaban para asegurarse de que no había peligro cerca. Y lentamente, como queriendo evitar hacer ruido a pesar del jaleo que se escuchaba en la calle, avanzaron hasta que el asiático se sentó con pesar en uno de los sillones. Habían tres, uno doble y dos personales frente al primero. El herido, sentado en el mueble más grande, estiró su brazo malo hacia el frente notando como la chica lo alumbraba con la linterna para ver más de cerca el corte.

Infectados - Hetalia x lectoraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora