Capítulo 38 - Hacia el sur

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Al lado de la [nacionalidad] y unos pasos frente al militar, se movía con elegancia y precisión una joven que, sorpresivamente, había saltado desde el techo de la casa contra la cual habían quedado rodeados ambos compañeros. Asustados encaraban cientos, sino miles de infectados. Sin embargo, la desconocida parecía no tener miedo. Sabía cómo moverse entre los muertos. Hacerlos caer uno por uno parecía ser realmente sencillo para ella.

Era, a simple vista, de la misma altura que [Nombre]. Llevaba un vestido azul oscuro con mangas elegantes; le llegaba un poco más debajo de las rodillas con un mandil blanco en la parte de la falda. O bueno, un mandil que en algún momento fue blanco, pues ahora era una pintura abstracta donde predominaban el negro rojizo de la sangre seca y el gris del polvo y la suciedad. Mallas oscuras rasgadas cubrían sus piernas y unos elegantes pero simples zapatos negros de charol se aferraban al pavimento. Y por unos instantes, su violeta mirada se cruzó con la de la [nacionalidad]. Ahí, la muchacha que alguna vez llevó un vestido de fiesta negro notó que había detenido su pelea para admirar a la desconocida, por lo que rápidamente continuó peleando furiosamente contra los infectados. La destreza de la recién llegada era impresionante. Tanto que, gracias a la ayuda extra de ella, el suizo fue capaz de encontrarles una salida entre todos los muertos.

Entre los tres se armaron un camino por entre los infectados. Gracias a la desconocida, al fin parecía posible atravesar con cuidado a aquellos muertos que los rodeaban contra la construcción desde la cual había saltado esta. Fue complicado y tedioso, pero felizmente ninguno se retrasó. Avanzaron todos juntos no dejando que los infectados se les acercasen demasiado. Y una vez pasaron aquella muralla de muertos que comenzaban a perseguirlos por el nuevo camino que habían tomado los supervivientes, Vash tomó la delantera y empezó a correr entre los infectados dispersos por las calles hasta llegar a la barricada. Las dos mujeres lo siguieron unos cuantos metros por detrás. Tenían una horda de muertos persiguiéndolos, así que no se podían permitir descansar. Era una situación terrible. Y días antes, incluso minutos antes, [Nombre] hubiera peleado aterrada, muy tentada a rendirse ante el cansancio y el miedo. Sin embargo, ahora era diferente.

En ningún momento dejaron de pelear con las pocas fuerzas que les quedaban. La desconocida era bastante ágil y rápida, por lo que esta quedó entre Vash y la [nacionalidad] en medio de la carrera. Así, corriendo en fila, llegaron hasta la barricada. Si bien los infectados habían ingresado gracias a un metal que había funcionado como rampa, tantos habían pasado sobre esta sin cuidado que había terminado por romperse al no soportar tanto peso. De todas formas, era solo un pedazo de chatarra vieja. Y si bien ya se había roto y los muertos fuera de los muros ya no podían seguir ingresando a la anteriormente zona segura, la cantidad de estos que sí había logrado entrar eran suficientes para hacer el centro de la ciudad nuevamente inhabitable.

Una vez llegaron hasta los muros ahora de nuevo impenetrables, el militar fue el primero en escalarlos. Los supervivientes serían capaces de subir a ellos, sin embargo y felizmente, los muertos no parecían tener ni las habilidades ni la inteligencia suficiente como para treparlos también. Casi como aquella escalera vertical en el gigantesco edificio que alguna vez [Nombre] escaló con un hombre llamado Alfred Jones.

El recuerdo le pareció tan lejano a la jovencita.

Una vez la muchacha desconocida llegó a la barricadas, el suizo se encontraba de pie sobre estas disparando a los infectados que perseguían de más cerca a su compañera.

Y finalmente, cuando la [nacionalidad] llegó hasta el muro de chatarra, se encontraba con cientos de muertos tras ella, casi pisándole los talones. Y si bien Vash acababa con los más rápidos y en consecuencia más cercanos, no le era posible acabar con todos.

La desconocida terminó de trepar los muros en silencio, finalmente estando a salvo sobre toda la chatarra. Y fue una sorpresa cuando se agachó ya sobre la barricada y le tendió una mano a [Nombre] para que pusiese escalar más rápido y con más facilidad una vez llegase hasta los pies de esta. Y así fue. Aquella ayuda fue la cual salvó a la [nacionalidad] de múltiples zarpazos.

Infectados - Hetalia x lectoraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora