Capítulo 8 - Convesaciones

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Luego de escuchar eso, el italiano no pudo evitar mirar rápidamente a su compañera sentada al lado de él. Vio como la chica tragó saliva nerviosa, mientras los miraba intentando ocultar la sorpresa y reprimir las lágrimas. Lovino no pudo evitar sentir su corazón partirse, ¿cuántas veces en un solo día la había visto hacer eso último?
Ninguno de los cuatro hombres notó la reacción ni de la [nacionalidad] ni la del motociclista junto a ella, quien la miraba esperar paciente otro indicador más. Solo uno sería suficiente para hablar. Para que ella se atreviese a preguntar.

Con total normalidad, el canadiense volvió a hablar —El dueño de la camioneta había dejado una nota. Pidiendo unos favores a quien la encontrara, pero que quien lo hiciera era libre de llevársela— Mencionó levantando los hombros restándole importancia.

—Hasta parecía una nota de parte del mismo chico en los asientos traseros— Comentó Alfred mirando a sus familiares, recordando bien cómo había sido encontrar el vehículo y como reaccionaron todos al ver la nota en la ventana del conductor, con el joven infectado amarrado al cinturón de seguridad atrás.

—Sí, es bastante probable que la haya escrito él antes de transformarse— Mencionó pensativo el inglés uniéndose a la conversación entre sus conocidos sin prestarle atención a los otros dos jóvenes —El "yo no fui capaz" daría a entender que no quiso cometer suicidio— Especuló también, recibiendo por parte de los otros tres un sonido de aprobación.

El silenció regresó por una par de segundos, hasta que una voz temblorosa volvió a interrumpir.

—Lo mataron y lo enterraron— Se apresuró en decir [Nombre] sorprendiendo de sobremanera a todos quienes la voltearon a ver asombrados. ¿Habían escuchado bien? ¿Acaso la chica había dicho justamente lo que habían leído? La muchacha se había logrado calmar un poco, pero tenía la vista en el suelo. Tranquilizó su respiración y, luego de unos segundos de silencio en donde ella notó que ya había contenido el llanto victoriosamente, volvió a levantar la mirada —Lo mataron y lo enterraron, ¿verdad?— Preguntó con certeza.

Lovino tan solo agachó la vista, al fin entendía qué es lo había ido a hacer la muchacha cuando corrió hacia la camioneta saliendo de la tienda de la estación de combustible. Sin embargo, los otros cuatro jóvenes no pudieron ocultar su asombro, ¿cómo era posible que esa muchacha supiera lo que había exactamente en la nota?
Matthew salió rápidamente de su trance, notando aterrorizado la situación. Formó su mejor sonrisa y tomó aire para hablar.

—Hicimos todo lo que nos pediste— Aclaró con dulzura el canadiense mirando a la joven que, luego de escuchar eso, no pudo evitar sonreír agradecida. Sus otros tres parientes no comprendieron la situación hasta segundos después de que, confundidos, escucharan a Matthew hablar. Ella había escrito la nota.

—Gracias— Susurró la [nacionalidad] sin apartar su mirada del canadiense, aún sonrientes ambos. La camioneta había sido encontrada por las personas que ella había estado esperando que la encontrasen. La muchacha suspiró en un último intento de clamarse por completo.

—Tú... fuiste— Intentó encajar la información Alfred aún sorprendido.

—Incluso dejaste un paquete de galletas en el asiento— Recordó enternecido el francés mirando con una sonrisa a la joven.

—Pero, ¿cómo?— Murmuró Arthur, quien se reprimió mentalmente el haber pensado en voz alta al notar que todos lo habían escuchado. No quería incomodar a [Nombre].

Ella sonrió en dirección al inglés, en señal de que no había problema. Ya se había tranquilizado, por lo que no rompería en llanto en frente de todos. —Él era uno de mis compañeros de voluntariado con el que logré escapar, y cuando de pronto empezó a intentar atacarme me asusté y descarrilé la camioneta— Contó recordando el momento aterrador que había sido ese.

Infectados - Hetalia x lectoraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora