Capítulo 37 - Ella

791 113 53
                                    

Buenos días! Ha pasado un tiempito, y me siento mal regresando con un capítulo tan cortito :( Pero en vista de que hace tiempo no actualizaba decidí acortarlo de esta forma para no dejarlas abandonadas por mucho tiempo, y así poder actualizar un poquito más seguido. Espero que igual les guste c':

Nada más para retrasarlas; muchas gracias por seguir aquí y siempre comentar cosas tan bonitas. Me inspiran a mejorar en mi escritura y a continuar emocionada con la historia.

Las quiero mucho, causitas!, gracias por la paciencia <3 <3 <3

°-°-°-°-°-°


Avanzaron por unas pocas calles hasta que el suizo se detuvo frente a un establecimiento. Y fue recién cuando la mujer levantó la mirada del suelo y vio el local frente al cual se encontraban que el militar habló —Pronto será invierno. Yo voy a buscar algo con qué abrigarme en las noches que se ponen cada vez más frías. Si deseas, puedes también buscar algo para ti— sentenció ingresando al lugar sin esperar respuesta. Era una tienda de ropa.

En realidad, Vash no pensaba llevarse nada. Con su abrigo le era suficiente. Abrigo que, por cierto, se quitó y amarró a la cintura, quedando tan solo con la remera blanca que siempre trajo debajo. Quiso ir al establecimiento porque había notado lo incómoda que parecía de pronto sentirse [Nombre] con el vestido que moldeaba su cuerpo de forma hermosa. Y aunque Vash no era capaz de siquiera imaginarse el sentimiento de miedo y repugnancia, entendía el sentir de la muchachita. Y quería comprenderla mejor, pero no vio mejor forma de ayudarla que darle la opción de cambiarse la vestimenta.

Y la joven no pudo estar más agradecida. No dijo nada, tan solo se adentró con lentitud en el local mirando las repisas de ropa en la sección de mujeres. La tienda era pequeña, pero tenía bastantes estilos y variedad en colores y tallas. Sin embargo, todas parecían ser prendas de la temporada pasada. Verano.

Poco importó, la muchacha pudo divisar unos cuantos abrigos al otro extremo de la tienda, así que con eso sería suficiente. Había aguantado con un vestido hasta ese momento. El simple hecho de traer un polo que le cubriese los hombros sería más que suficiente para ella.

Buscó no tardando mucho en encontrar unos shorts de jean negros a la cintura y una remera básica completamente blanca, no muy apretada y no tan corta. Con lo que encontró entró al único vestidor del establecimiento y se desprendió con alivio del vestido. Se puso la ropa que había encontrado rápidamente. De esa manera, aunque llevando prendas que dejaban sus extremidades expuestas al frío, podría conservar un poco de calor en el abdomen encajando el polo dentro del short de tiro alto. Por lo menos, así sentía su estómago abrigado. Y eso era reconfortante.

Con el vestido en el suelo se miró al espejo. Aún conservaba sus zapatillas y así seguiría. Eran cómodas, y eso era todo lo que ella pedía. Le dio un último vistazo a la prenda en el suelo a través del cristal. Una pena, pero así sería mejor. Se sentía mucho más cómoda con lo que llevaba puesto ahora. Y mientras admiraba su reflejo, fue lentamente poniéndose el cinturón con todo lo que este cargaba alrededor de la cintura, propiamente utilizándolo como correa para los shorts. La cangurera siempre al frente y las armas descansando en sus caderas. El hacha, como era de esperarse, rozando su muslo.

Y frente a aquel gran espejo, mirándose de pies a cabeza, la muchacha posó su vista en el brazo vendado. Las telas que alguna vez fueron blancas ahora grisáceas pedían a gritos ser retiradas para que ella pudiese revisar las heridas. Y así lo hizo. Ahí, de pie frente al cristal, fue desenvolviendo su antebrazo para finalmente dejar expuestas tres quemaduras que, poco a poco, parecían comenzar a curarse. Sobre la piel dañada había una ligera corteza de sangre seca. Por fin su cuerpo se estaba regenerando. Pero eso no quería decir que podía descuidarlas más. Era este el momento más importante. En donde, si las cuidaba, desaparecerían por completo. Pero si las olvidaba tras la sucia venda, terminarían por infectarse de nuevo.

Infectados - Hetalia x lectoraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora