Capítulo 21 - Un suizo, un español y un alemán

931 122 45
                                    

La [nacionalidad] solo dio un suspiro bastante audible, logrando que los tres hombres frente a los dos compañeros dirigiesen su mirada a ella. Ya habían pasado, fácil, veinte minutos en silencio; y la situación comenzaba a cansar a la chica.

Quiero decir, aquellos hombres eran tres, y se veían perfectamente preparados, ¿qué podían hacer Arthur y ella intentando no flaquearse frente a ellos? Además de estar cansados, estaban heridos y cubiertos en cenizas, polvo y escombros.

La muchacha levantó la mirada que en algún momento en su suspiro había bajado. Frunció un poco los labios mirando a los tres hombres y, suavizando un poco su expresión aunque sin sonreír, habló —Me llamo [Nombre] [Apellido] — Se presentó de pronto sorprendiendo a los presentes.

La joven quería dar a entender que ella y su compañero no tenían intenciones de pelear. Y el mensaje fue perfectamente recibido. Incluso por Arthur.

—Y yo Arthur Kirkland— Continuó el inglés sin bajar la guardia.

Los tres hombres intercambiaron miradas. El que se encontraba en el centro soltó también un suspiro aliviado, dejando notar una muy pequeña sonrisa en su rostro. Al fin alguien había roto la tensión del ambiente —Yo soy Antonio Fernández Carriedo— Mencionó de todas formas precavido haciendo un gesto con la cabeza.

—Vash Zwingli— Habló el de ojos menta sin dejar de mirar atentamente a los jóvenes que tenían en frente. Podían ver que no tenían malas intenciones, pero no debían dejarse llevar solo por un cejón y una linda chica; una muy linda chica, a su parecer.

—Ludwig Beilschmidt— Se presentó finalmente el alemán bastante serio también.

—Ah-— La muchacha gesticuló un pequeño sonido de sorpresa inconscientemente, y todos notaron su expresión.

Estaba confundida, incluso un poco alterada por el momento y las palabras del más alto. Ella lo escrutaba con la mirada como si no hubiese un mañana. ¿Dónde rayos había escuchado ese apellido antes? ¡Demonios! ¡¿Por qué no podía recordar?!
Los cuatro hombres presentes la vieron pensar a toda velocidad, y el mismo alemán se sintió algo intimidado ante la mirada de la jovencita que tenía en frente. Incluso el inglés había volteado a verla.

La chica abrió la boca muchas veces para hablar, pero las palabras no salían, por lo que la volvía a cerrar. Miró fijamente la cruz de hierro que traía el hombre más alto, intentando perderse en aquel objeto para pensar mejor. ¿Beilschmidt? ¿Dónde había escuchado eso?
Entre todos los recuerdos que intentó traer a su mente en ese momento para buscar aquel apellido en su memoria, de pronto recordó un par de rubíes que la miraban expectantes

—Beilschmidt...— Repitió ella casi en un susurro, pero completamente audible. Intentaba convencerse de que ese era el apellido. Centró su vista en los ojos celestes del alemán — ¿Cómo Gilbert Beilschmidt?— Preguntó sorprendida pero un poco avergonzada también.

Los tres hombres intercambiaron miradas asombradas y tanto el suizo como el de cabellos oscuros fijaron su vista en el más alto. El alemán miró a la joven casi como si ella le hubiese dicho la cura contra la infección — ¿Lo conoces? ¿Está bien?— Preguntó sin dejar su seriedad de lado, pero dando a conocer una preocupación bastante grande por el albino.

—Sí, no, quiero decir, no sé— Balbuceó ella para golpearse la frente con una mano sintiéndose una estúpida por no poder ordenar sus ideas antes de hablar. Una vez su palma a través de la venda tocó su rostro, se reprimió por haber hecho tal acción. Hizo un gesto de dolor y agitó un poco su mano. Había olvidado las heridas. Todos la vieron dudar sus próximas palabras —Es un poco complicado— Susurró intentando buscar la mejor manera de decirlo.

Infectados - Hetalia x lectoraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora