Capítulo 27 - Desinfecciones

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— ¿Entonces ya regresamos al departamento?— Preguntó Ludwig una vez todos se encontraron fuera de la cabina de grabación.

Muchas preguntas se habían hecho, pero todo fue resuelto gracias al suizo. La trasmisión, con éxito, podría transmitirse la semana entera, y con la energía del lugar no habría problemas, tan solo dejarían todo prendido y una semana aguantaría de sobra. La camioneta seguía aparcada ahí mismo, ya lo habían corroborado los dos militares, por lo que el retorno al lugar donde se habían establecido sería igual que la ida hacia la radio, tan solo tendrían que cuidarse de los infectados y de los limpiadores.

Ante las palabras del alemán, los otros cuatro supervivientes asintieron.

—Esperemos que los chicos escuchen la trasmisión— Murmuró el inglés mirando sobre su hombro las escaleras hacia las plantas inferiores.

Todos volvieron a asentir. Había esperanzas, pero nada garantizaba que las cosas se darían como ellos querían.

Juntos bajaron las escaleras hasta llegar a la puerta principal del pequeño edificio. Ninguno dejó de cubrir su nariz en ningún momento, el olor a partir del segundo piso para abajo era terriblemente malo. El alemán abrió la puerta rápidamente y todos salieron atentos a su alrededor. Vieron como a unas cuadras se acercaba una gran horda de infectados que, en cuanto notaron a los cinco supervivientes salir de la construcción, aceleraron torpemente el paso.

— ¡Suban a la camioneta!— Ordenó Ludwig al notar la presencia de los muertos. Cada vez se acercaban más, y a medida que eso ocurría, podía verse el gran número que eran.

Antonio rápidamente abrió la puerta de los asientos traseros, dejando ingresar al inglés y al suizo para finalmente entrar él y cerrar con seguro por inercia. La jovencita esperó a que el alemán estuviese del otro lado del vehículo para ingresar al mismo tiempo. Ludwig en el asiento del conductor rápidamente encendió la camioneta. Fueron unos segundos de tensión y terror. Escucharon unos ladridos infernales fuera, y pronto un golpe seco en la ventana junto al británico les sacó un grito ahogado a todos. Pensaron que la última vez que verían animales infectados sería en la plazuela del centro comercial.
Ludwig arrancó a toda prisa ni bien pudo, dejando a sus atacantes atrás, salvándose de la horda por unos pocos metros.

El trayecto de regreso al departamento fue apresurado; por alguna razón, todos estaban intentando tranquilizarse. Se habían agitado con ese momento de terror. El militar que conducía recordaba el camino de regreso, cosa que alivió a todos los demás. En menos tiempo del que pareció la ida a la radio, los cinco supervivientes ya habían aparcado en un callejón cercano al edificio. Los militares habían mencionado que era mejor idea dejar la camioneta escondida a simple vista, para no atraer la atención de posibles limpiadores que se encontrasen por la zona.

— ¿No les pareció que de regreso hubieron bastantes más infectados que en la mañana?— Mencionó de pronto Antonio a modo de pregunta, cruzando rápidamente la calle para ingresar al edificio. A sus lados iban Vash y Arthur, mientras que detrás de ellos iba la [nacionalidad] siendo seguida muy de cerca del alemán, quien la había esperado para que no quedase última.

—Sí, pero tampoco habría que alarmarnos por eso— Respondió el británico mirando al español una vez los dos últimos supervivientes ingresaron al edificio y se encontraron todos junto a la puerta, dentro, finalmente protegidos.

Ahora que estaban todos cerca, la jovencita se sumó a la conversación —Y aunque sea terrible admitirlo, habría que comenzar a acostumbrarnos a sus presencias— Habló intercambiando su mirada entre los cuatro hombres frente a ella.

—Es verdad— Susurró Vash casi inaudible, como siempre impasible.

En silencio subieron las escaleras hasta el cuarto piso, sin muchas preocupaciones ya que en el lugar, bien sabían ellos, no habían más infectados de los qué preocuparse. Una vez llegaron a la planta indicada, ingresaron al departamento.

Infectados - Hetalia x lectoraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora