Capítulo 17 - Una nueva ciudad

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Ambos jóvenes dieron un par de vueltas por la cuadra, matando a todos los infectados que pudieron encontrarse. Los dos habían notado que el mejor lugar para pasar la noche era aquella iglesia, y si realmente se iban a quedar ahí, necesitaban limpiar un poco el perímetro para asegurar su estadía.

Eventualmente el cielo se fue oscureciendo, y el inglés y la [nacionalidad] decidieron regresar de una vez a la capilla.
Había sido un poco agotador, ya que la cantidad de muertos a los que tuvieron que rematar no había sido pequeña.
Estaban, entonces, en una zona de viviendas. La ciudad era en efecto gigantesca, por lo que llegar hasta el otro extremo parecía ser imposible a pie. Habían edificaciones gigantescas en otros perímetros diferentes al suyo, por lo que ambos jóvenes supusieron que se tratarían de oficinas y centros financieros. Además, no muy lejos de donde estaban, se encontraba una gran área comercial, con tiendas y supermercados.
Mañana podrían darse una vuelta por ahí.

Una vez ya estaban seguros dentro de la iglesia, la muchacha fue hacia el morral y miró su interior. Tomó unas frutas frescas que había metido ese mismo día en la mañana y le entregó un poco de estas al inglés. Cenarían aquello, pues fuera de refrigeración sería lo primero que se pudriría.
Luego de comer en silencio bebieron los refrescos que también habían en el bolso y se dispusieron dormir.
Un momento, ¿dónde dormirían?

Los dos estaban parados en medio de la capilla, mirando alrededor. Tendrían que acomodarse en las bancas, por más incómodo que les resultase al ser estas bastante angostas.
Viendo como Arthur se iba hasta la primera banca del lugar, [Nombre] se sentó en una de las del medio, sin moverse mucho de la posición inicial en la que había estado parada con el inglés. Si él decidía alejarse, ella no reprocharía.

Definitivamente dormir ahí sería incómodo, pero era mejor acomodarse en la banca de madera a que recostarse en el frío suelo del lugar.
La muchacha vio como el rubio, varias filas delante de ella, se echaba desapareciendo de la vista de la joven, haciendo un poco de ruido al intentar acomodarse en la dura madera.
Luego de unos segundos de lucha contra la nada cómoda banca, el europeo encontró la manera menos incómoda para dormir. Sin embargo, al no escuchar ningún movimiento por parte de la muchacha luego de unos minutos de yacer en la madera, este se levantó. Miró a las filas detrás de la suya y la encontró aún sentada mirando al frente bastante neutral, y en cuanto Arthur asomó su cabeza por el respaldar de la banca en donde dormía, sus miradas chocaron.

— ¿Estás rezando?— Preguntó el rubio algo extrañado por la posición de la chica, ¿por qué aún no se echaba? Y no es que tuviese algo en contra con que estuviese rezando, pero si la jovencita era una persona creyente, ¿por qué no se había persignado ni bien habían ingresado a la iglesia?

—No...— Respondió ella bastante obvia —Voy a dormir así— Anunció sin problemas

— ¿Sentada?— Volvió a inquirir aún más extrañado el hombre

—Es que-— Se interrumpió ella misma, ¿de verdad lo iba a decir?

Demonios, [Nombre] no podía echarse porque, al no tener mangas su vestido, sus hombros estaban completamente expuestos; y sí, el contacto de su piel dolería contra la madera de la banca. Por mucha carne que tuviera de por medio, el hueso contra la superficie dura igual le dolería; y no solo a la muchacha, pues a cualquiera le pasaría eso.
Evidentemente al europeo no, ya que traía con él una remera que cubría perfectamente sus hombros.

—Me duele apoyar los hombros en la banca— Rió la chica nerviosa.

Entonces Arthur notó todo lo anterior. Pasaron unos segundos en silencio y el inglés se levantó de la banca caminando hacia la muchacha. En el camino de desamarró el abrigo que cargaba en la cintura y, una vez estuvo al lado de la [nacionalidad], se lo extendió.

Infectados - Hetalia x lectoraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora